La rama dura del Gobierno de la Generalitat, o sea, la que tiene mando sobre los mossos, ha decidido emplear de manera preferente el agua para disolver las manifestaciones. Parece que la policía griega también se ha inclinado por este procedimiento para disolver a los revoltosos de la plaza de Sintagma, en Atenas. Los maderos de Erdogan, en cambio, teniendo en cuenta las preferencias del islamismo por lo etéreo, siguen fiel al gas, con lo que entras en la plaza de Taksim y puedes sentirte un globo.
El agua está bien. Aunque no fije, limpia y da esplendor, y siempre es preferible a las pelotas de goma, que en Barcelona ya tienen experiencia de no saber a qué ojo van a parar. Dentro de semana y media se celebrarán en Alicante las Hogueras de San Juan, y es habitual que los bomberos que cercan las fogueres sean insultados por las pandillas. No es que los jóvenes alicantinos sientan una especial aversión al cuerpo de bomberos, sino que ya constituye una tradición llamarle cabrón al bombero más próximo, y el bombero enfoca la manguera de agua hacia el grupo insultador, lo cual es recibido con alborozo y agradecimiento por la pandilla. En alguna ocasión he sugerido que se cambiase el insulto por un "¡Vivan los bomberos!", pero no les hace gracia, y prefieren el insulto como parte del juego.
En tiempos ya lejanos para los interrogatorios de los manifestantes se empleaba la electricidad, la llamada "picana", que consistía en descargas eléctricas sobre los testículos. No sé si el recibo de la luz subía mucho en las comisarías, pero era menos asqueroso que "la bañera". Decididamente está bien lo del agua para un país mediterráneo. En Moscú tendrían el inconveniente de que, en invierno, llegaría un peligroso granizo, más perjudicial que el gas o las pelotas de goma.
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