El presidente de la Junta, José Antonio Griñán, el mismo que dice no saber nada del tema de los ERE fraudulentos gestados en las inmediaciones de su despacho, el mismo que negó la existencia de una carta de la Comisión Europea cuestionando la legalidad del decreto-ocurrencia de su consejera-escrachera Elena Cortés para expropiar viviendas, ha tenido que reconocer que la reprimenda europea que él negaba es cierta.
De hecho, la Comisión Europea acaba de indicar que las ideas de la Junta de Andalucía sobre las expropiaciones de viviendas para evitar desahucios van en contra de los términos del acuerdo para el rescate de los bancos y recomienda que no se pongan en práctica.
¿Y qué ha hecho la Junta para responder a esta pillada con el carrito del helado? Pues mandar a la consejera-escrachera a que encienda el fuego de campamento y saque la guitarra para iluminar la noche con sus hermosas melodías sobre el derecho humano a la vivienda, las emergencias habitacionales, etcétera. Pero creo que es un error estratégico defender el polémico decreto con argumentos de corte perroflautil.
Para hablar de legalidad andaluza y del derecho a vivienda tenían que haber llamado a José González Mata, dueño de la red de empresas comisionistas en el caso de los ERE, imputado por la juez Mercedes Alaya en múltiples delitos y que gastó más de 340.000 euros en decorar al estilo napoleónico (desde esta chaise-longue, treinta años de saqueo nos contemplan) un piso en Jerez de la Frontera y que tenía presupuestados otros 415.000 para amueblar otro chalé.
Seguro que aquí habría argumentos de peso y elegancia inmobiliaria para explicar qué hacer y qué no hacer con las viviendas en Andalucía.
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