Algunas preguntas ingenuas

Algunas preguntas ingenuas

Kayros
23:44 • 01 jul. 2013

¿Por qué el Presidente del Gobierno no quiere hablar de Bárcenas? Vamos a suponer que el extesorero  fuera un caso nacional tanto por el significado ejemplarizante de un hombre que ha manejado mucho dinero y que ahora está en la cárcel,  como por ser  testigo de la política económica  oculta que han llevado los partidos mayoritarios. 


Bárcenas exige, pues, una explicación de cara a la ciudadanía; no vale el sonsonete de que hay que dejar a la justicia hacer su trabajo, eso por supuesto,  pero también  ayudar a los jueces a  que cumplan con su papel .  El presidente dijo  nada más ganar las elecciones que gobernaría para todos los españoles; los afines  al Partido Popular y los que piensan de otra manera. 


Sin embargo, el caso Bárcenas está siendo tratado como  un asunto  muy particular   en la línea de los  pañales sucios que el refrán aconseja  se laven dentro, o si me apuran como una falsa “causa  general”, en el sentido que da Floriano a estas  noticias,  y no, ni lo uno ni lo otro. Ahora sería la hora, como dicen los de Izquierda Unida, de que todos los peperos  no concernidos   en  la  supuesta corrupción de este caso sacaran a flote la verdad  en bien de este país en vez de   mirar para otro lado. Los estudiosos  del franquismo dicen ahora que  el paso de la dictadura a la democracia plena no  fue  propiamente  un consenso negociado por el régimen y la oposición sino por una fracción reformista en la  que participaron los mismos vencedores  de la Guerra Civil. De ahí que ciertos  asuntos graves  referidos  a la corrupción quedaran como para un segundo orden. 




Lo que llegó a llamarse el milagro español, harto alabado por su ejemplaridad en algunas repúblicas hispanoamericanas, es interpretado hoy como una movida familiar  de adaptación al nuevo orden sociopolítico que llegaba.


 La moral pública es un arma electoralista  manejada con cinismo. Pasma que  el Partido Popular vea solo corrupción en Andalucía   en tanto que allí donde ella gobierna se ramifique  la trama de Gürtel como  una  gangrena. Contra el mal, luz y taquígrafos; no apalancarse en aquello de que “no tengo nada que decir”.






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