Jamás se me ocurrirá decir que en esta Legislatura, en lo que llevamos de ella, no se haya hecho nada. No sería cierto: ha habido cambios -no ‘el Cambio’-, reformas -acaso no las sustanciales-, modificación de actitudes -aunque no tan radical como sería preciso-. Pero, en general, todo indica que la desesperación va dando lugar a cierta esperanza, al menos en algunos aspectos económicos. Pero la crisis, se ha repetido hasta la saciedad, es política, mucho más que económica. Por eso mismo, estoy, sin duda como usted, lejos del entusiasmo; más bien sigo instalado en el desconcierto. Pero me rebela pensar que un recluso en Soto del Real sea quien nos esté dictando lo que hay que hacer con y en el calendario político, con nuestra clase política, con los titulares de nuestros periódicos. Por tanto, hay que moverse. Y rápido, dejando al recluso sin los rayos flamígeros con los que, dicen, tanto está disfrutando para consumar su venganza, aunque sea desde la cárcel.
Ya he comentado alguna vez que el efecto más perverso de las revelaciones del preso ha sido destruir el inicio del consenso -empezó por los temas europeos; iba a seguir también por otros caminos- entre el Gobierno y el principal partido de la oposición. Y llevar a los dos grandes partidos nacionales a sendas situaciones absurdas: Rajoy se ve obligado -también por su propia militancia- a dar explicaciones que, por su propia naturaleza, le van a resultar muy difíciles, y ello en sede parlamentaria.
A mí me hubiera gustado que también ante la prensa, pero ya no estoy seguro, tras lo que Rajoy dijo el lunes, de que eso vaya a ser así. Y Rubalcaba sintió la necesidad de anunciar que, si Rajoy no daba estas explicaciones, presentaría una moción de censura que obviamente iba a perder el PSOE por muchos conceptos. Los dos máximos representantes de la política española entran, así, en una situación de fragilidad máxima.
Y hemos entrado, así, para concluir este tremendo mes de julio, en la que podría ser acaso la semana más importante de lo que va de Legislatura. Una semana en la que hemos conocido que Rajoy comparecerá ante el Parlamento, lo cual, en principio desactiva la moción de censura socialista: menudo alivio, sin duda, para Rubalcaba.
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