Cada cierto tiempo se lee en la red o en prensa una nueva convocatoria para seleccionar la palabra más bella. Eso es imposible, porque la belleza abarca todo y nada, muchos todos y la nada absoluta. Sí es cierto que hay palabras que intrínsecamente destilan belleza, por su sonoridad o porque la invocan con su significado. Son como un brebaje bebido pausadamente que al leerlas atenúan las penas, invitan al reposo, al arte de escuchar y conversar, y al verso y su reverso ideal, la música.
Según la RAE, zaguán es “un espacio cubierto situado dentro de una casa, que sirve de entrada a ella y está inmediato a la puerta de la calle”. El Zaguán en Almería está céntrico. Ahora se viste con espuma bajo el nombre de cervecería internacional, gajes del negocio, pero sigue siendo punto de encuentro, referente, espacio donde enarbolar banderas perdedoras y pasiones ganadoras, banderines poéticos siempre bellos. Como tantos sitios que apuestan por la cultura, La Guajira o el Clasijazz, estoy convencido que alguna vez se deberá homenajear a estos espacios que bajo el esfuerzo privado o asociativo apuestan por ofrecer una respuesta al anquilosamiento de las programaciones políticamente correctas, sumisas o amistosas.
Al frente del Zaguán Alfredo, alguien y es justo reconocerlo, que siempre me ha echado un cable ante el silencio o el desprecio de otros espacios cuyo nombre prefiero no acordarme. En mis diversos divertimentos, su local ha estado a mi disposición y me consta que no soy el único afortunado.
Al Zaguán entré de la la mano hace años de un joven cantautor almeriense, César Maldonado. Allí me codeé con ánimas cantautoriles en una época de desapego del rock para mí y acercamiento a otros ámbitos. César presentó el cuatro de julio su nuevo cd elaborado a la vuelta tras varios años alejado de las tablas, y su nombre es ‘Zaguán’, toda una declaración para alguien que siempre reconoce en ese local casi su segunda casa. No he escuchado el disco entero, pero tuve el privilegio hace meses de palpar algunos temas por el propio autor en algún que otro evento, y también en esqueleto las primeras pistas de algunos cortes gracias a que hemos compartido músicos: Carlos López o los hermanos De Haro en nuestros últimos trabajos. Me cuentan que en el lleno rebosante de la presentación, espacio y tiempo jugaron al ajedrez en una partida en la que los movimientos ganadores se construyeron con espléndidas canciones. Así pues a César lo que es del César: El Zaguán.
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