El verano es buen momento para largas charlas en el calor de las noches, con una copa delante. En esas noches las lenguas se desatan y lo pagan casi siempre los “pobres políticos”. Me cuentan que de nuevo un importante político se fija en Almería para la compra de un espacio donde pasar el estío. Ya lo hizo en su día Rodrigo Rato, poco le duró la experiencia. Le siguió Zapatero y ni siquiera llegó a estrenar casa. Vaya par. El primero llevó al huerto a los inversores de Bankia. El segundo dejó a millones de españoles en el paro. Ahora nos enteramos de que el esposo de la señora de Cospedal, la número dos del Pp y presidenta de Castilla la Mancha, acaba de adquirir una “casita” en la costa de Almería. ¿Cómo acabará esta tercera historia de política, amor al paisaje y de urbanismo almeriense?
Se ha enamorado de nuestras playas y calas doña Dolores. Como otros cientos de miles de hombres y mujeres que nos visitan, pero que no tienen la posibilidad o la capacidad de encontrar una “casita” junto a las aguas de nuestro azul Mediterráneo. Lo que no sabemos es si va a poder disfrutar de ella su querido esposo, metido ahora en manos de fiscales por antiguas andanzas. La “casita” en la costa de Almería, ha costado, según la serpiente del verano, un millón de euros. ¡Qué es un millón de euros para estos altos próceres de la política española!
¿Por qué, me comenta un contertulio, todas las adjudicaciones del ayuntamiento de Luis Rogelio van a parar a las mismas empresas? Coges un área, haces una mínima investigación y te encuentras que ese concejal o concejala adjudica más de un ochenta por ciento a la misma empresa. Y si son dos empresas las más beneficiadas con las adjudicaciones, al final son de la misma persona. Pregunto si eso ocurre también en la diputación de Amat, y me dicen que no tanto, que Gabriel reparte un poco más.
¿Cómo se lucha contra esa corriente? No es fácil investigar estos asuntos desde fuera. Habría que denunciar casos concretos con pruebas y que la oposición se pusiera en serio a trabajar. No lo hará, cuando ellos mandaban el juego era el mismo con otros nombres, quizás los mismos que ahora se quejan. Noches de agosto, hermosas si no fuera por algún tema de conversación.
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