Agosto se incendia de fiestas patronales, bandas de música, castillos de pólvora, ferias taurinas y conmemoraciones más o menos historicistas como la de moros y cristianos. Es el mes que más días dedica al entretenimiento bajo la impresión de que la vida es una rueda mecánica y las añadas se repìten como las brevas. Sin embargo, la cultura, me parece a mí, es algo más que el eterno retorno; es como la flecha que traza el camino a seguir en la trasformación del mundo.
A Eduardo Madina, Secretario del Grupo socialista en el Congreso, hombre a quien los cantos de sirena le auguran ya la futura Presidencia del Gobierno, le han preguntado algunas cosas sobre la cultura entendida como capricho. “Entretenimiento dijo el ministro de Cultura- replica Madina. Y no sé cómo no fue destituído al día siguiente. Este señor no puede seguir siendo ministro de Cultura un minuto más”. Madina cree en síntesis que hay un ataque de la derecha contra el mundo de la cultura con pìnta de venganza política.
Podría tratarse de un recuerdo dormido pero no olvidado de cómo se hizo aquí la transición. Fueron los estudiantes, los profesores de universidad, los recitales de poesía, los teatros, las grandes concentraciones de izquierda al grito ululante de los cantautores etcétera la fuerza que removió los monolitos del franquismo.
La derecha que hoy nos gobierna no lo ha olvidado y bajo la excusa de la crisis se dedica a subir el IVA una burrada para estrangular, como decía hace poco Muñoz Molina, cualquier producto del espíritu. Aquellos intelectuales, llamados despreciativamente los de la ceja, se unieron en principio a la política cultural de Zapatero.
Luego después lo abandonaron creyendo que la derecha dedicaría más dinero a la investigación, al patrimonio, al cine o al teatro. Lo que hizo muy pronto es cargarse la asignatura de ética como fundamento de la igualdad social. Así que viva el entretenimiento, solo ellos saben cómo les va la feria.
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