“Usar a los niños para hacer demagogia política me parece repugnante”, dice Rafael Hernando. Si por culpa del despido libre, por la crisis inmobiliaria o por otras causas subrepticias que vienen de fuera y que ni rechazamos siquiera, muchas familias pasaran hambre y no pudieran nutrir a sus niños con tres comidas al día ¿no estaría bien que una instancia política, algo que estuviera por encima del gran capital y de los intereses egoistas de los poderosos, acudiera a solucionar esta necesidad verdaderamente humana? Esto es lo que parece molestarte a nuestro enviado de Guadalajara que cobra por sus exabruptos partidistas cada día más crueles en la medida en que va creciendo su patrimonio.
No sin razón los partidos de la oposición le han dicho que no conoce Almería y que vive fuera de la realidad social de la provincia. A mí no me extraña la ancestral insensibilidad de la derecha, Durante las luchas franquistas decíamos que la derecha se curaba leyendo. Y en efecto, tendríamos que repasar toda la historia de la explotación humana para comprender que lo dice Hernando no es más que un pequeño botón del oprobio institucionalizado. Ya resulta oprobioso que estemos discutiendo sobre la necesidad de que los niños coman cuando a nuestro lado oímos que algunos politicos gastaron millones en comilonas pantacruélicas.
Miremos la esclavitud anterior al cristianismo. Miremos el régimen medieval de señores y siervos . Una vieja injusticia que trató de arreglar a sangre y fuego la revolución francesa.
Es verdad que nació el tercer estado, pero todavía quedan residuos de la nobleza. Si a Rafael Hernando le pusieran una peluca y le llevaran a la Asamblea Nacional Francesa donde, el lugar donde nacieron los conceptos de derechas e izquierdas, seguramente recibiría una vociferante repulsa del pueblo llano.
Para mí, el Partido Popular representa en el siglo XXI la Edad Media con tarjeta de crédito.
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