El lunes 26 de agosto se sube la persiana política con la vuelta a Madrid de Rajoy, Rubalcaba y el resto de líderes. Entretanto, los segundos de a bordo han ocupado el espacio mediático, especialmente los del PP, siempre más activos: Cospedal, Arenas y Cascos por su declaración ante el juez Ruz en relación al escándalo Barcenas y Alfonso Alonso, portavoz en el Congreso, por pedir públicamente disculpas por ese fiasco que envuelve a su partido. Se dirá que Alonso aprovechó la dispersión estival para hacerlo, pero lo hizo y eso tiene su valor en un país en el que no se dimite y casi nadie pide perdón. Curiosamente solo lo hizo el Rey -"lo siento, no volverá a suceder"- cuando fue descubierto en Botswana cazando elefantes, o lo que fuera.
El mes de agosto, que se inició el día 1 en el Parlamento con la comparecencia de Rajoy a propósito de Barcenas, lo ha salvado el Gobierno gracias a la tensión con Gibraltar. El Gobierno porque consiguió que el escándalo Barcenas, que es lo que le incomoda, pasara a segundo plano bastantes días. Tomaba así el relevo a las desgraciadas noticias sobre el accidente de tren de Santiago a cuenta, primero del suceso y sus secuelas y ahora por la búsqueda de culpables. Adif dice que sigue investigando sobre posibles responsables pero no los encuentra. Quizás terminen inspirándose en el mundo bancario y empresarial donde suele echarse la culpa de los desaguisados a alguien ya fallecido para que los directivos vivos eviten responsabilidades. El pulso con Madrid que mantiene el primer ministro gibraltareño Picardo se pone interesante porque donde había una inoperante comisión tripartita - Londres, Madrid, Gibraltar- que venía de la época Zapatero, llega ahora una cuatripartita con la incorporación de la Junta de Andalucía. Lo bien que le viene a la Junta que aun preside Griñan que se hable de otra cosa que no sea del escándalo de los EREs donde ahora parece que hasta UGT pasó algunas facturas falsas para autofinanciarse. Picardo, que se negaba rotundamente, ha tenido que aceptar la comisión y viviremos los últimos días del mes debatiendo si se retiran los bloques de cemento arrojados al mar, que perjudican a los pescadores andaluces. Más cortina de humo, o de cemento en este caso. Fíjense: con la hábil distracción gibraltareña, Rajoy ha ganado un mes, que no es poco.
Septiembre espera con los problemas de siempre.
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