Pregón de los Coloraos

Pregón de los Coloraos

Inocencio Arias
01:00 • 26 ago. 2013

              Excmo. Señor Alcalde, señores portavoces, autoridades, paisanos, señoras y señores.


      Comienzo dando las gracias al Alcalde y la Corporación Municipal por darme generosamente la oportunidad de hablar en el aniversario de la efemérides del canto almeriense a la libertad del 24 de Agosto  y a los 25 años de que fuera restablecida regularmente su celebración. Y felicito a Naveros, Juan Perez Pérez, Fernando Martinez y todos aquellos que consiguieron que esta conmemoración se consolide entre nosotros.


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       A finales de los años treinta del ya casi lejano siglo XX, se rodaba en Estados Unidos la luego archi-famosa película "Lo que el viento se llevó" y el productor,  David O. Selznick, estaba teniendo problemas de todo tipo. El film, al estar basado  en la guerra de secesión norteamericana y contar con la participación del entonces actor más taquillero Clark Gable, había despertado una  expectación inusitada. En el año 1938 los periódicos de Estados Unidos dedicaron al rodaje más espacio que a la guerra civil española a pesar de que en ésta había corresponsales tan brillantes, y a veces fabuladores, como el novelista Ernest Hemingway. 


                 Sin embargo, los contratiempos en la filmación no cesaban. El rodaje estaba bastante avanzado, las impresionantes escenas del incendio de la ciudad de Atlanta casi concluían y el productor aún no había encontrado a la  protagonista.  Mientras probaba febrilmente a actrices famosas que ansiaban encarnar a la heroína, Paulette Godard etc..,  los problemas de financiación se acumulaban. Louis B Mayer, patrón de la Metro Goldwyn Mayer, a quien se había ofrecido una participación en la película pidió consejo a Irving Thalbert, un joven productor con un reconocido ojo agudo para los negocios. Quería embarcarlo en la  aventura. La respuesta de Thalberg ha hecho historia en Hollywood. Rehusó diciendo : "No te canses Louis, las películas de la Guerra Civil nunca han ganado un céntimo"




           La plancha fue monumental. Como las personas de mi generación saben, "Lo que el viento se llevó" fue un éxito espectacular. Las colas en los cines eran largas, batió todos los  records y durante los veinte años siguientes fue la película más taquillera de la historia.


       Las pifias en la apreciación de lo que tiene éxito se dan en varios campos. 




    Garcia Marquez, el genial novelista colombiano, cuenta que varias editoriales no encontraron atractiva "Cien años de soledad" y él, viviendo en Méjico, hubo de empeñar un electrodoméstico para poder enviar el manuscrito a Buenos Aires,  a la editorial que finalmente lo publicó. Era su último intento; fue aceptada. La obra es, de las concebidas en castellano,  probablemente la más  vendida de la historia disputando el primer puesto al Quijote. 


     Por terminar con la enumeración de los fallos clamorosos a la hora de pronosticar recordemos que un productor discográfico dictaminó que el "Canto a Galicia" de Julio Iglesias no vendería ni cuatro copias. Colocó tres millones en poco tiempo en infinidad de países. 


      Podríamos continuar con la lista. Si he formulado esta reflexión es porque considero que la gesta de los coloraos, como tantas otras de la historia de nuestro país, está pidiendo una película, una novela que narre como una serie de hombres bien intencionados, amantes de la justicia, de patente gallardía se montaron en una operación altruista de evidentes riesgos y harto problemático resultado. Me gustaría saber como eran aquellas personas; en otros países, no sólo en Hollywood, se habrían desmenuzado en la pantalla o en la prosa sus motivaciones, ¿ buscaban sólo mejorar la suerte de España?, ¿perseguía alguno con el mismo empeño la gloria personal?, ¿eran sencillos, abnegados, había algún fanfarrón? ¿ Llevaban una vida azacaneada o sosegada cuando decidieron trasladarse a Gibraltar para dar el salto a Almería y liberar España?. 


            La vida de los personajes capitales de la historia ha sido pasada por muchos cedazos, sus actos, sus ideas, su idiosincrasia han sido interpretados ad nauseam con cavilaciones que, en su época, incluso ahora, parecerían peregrinas. De Shakespeare se ha dicho que era católico, algo improbable y arriesgado en su tiempo, de él , de Lincoln, el coloso que emancipó a los esclavos, la figura más  biografiada de América, y de Cervantes que eran homosexuales. Las afirmaciones pueden tener escaso fundamento, no sabemos, pero la curiosidad que suscitan  estas figuras monumentales hace que los estudiosos extraigan conclusiones de todo tipo de los recovecos de su alma.   


           Hay un pozo de  incógnitas en torno a  Joaquin de Vilches, Joaquín Navas, Antonio Pérez y los otros cuarenta y tantos que desembarcaron en Almería aquel fatídico pero importante 14 de Agosto de 1824. Algunas han sido despejadas, pero a mí hay una que, al recibir del Alcalde el obsequio de pedirme que hiciera este pregón, me intrigó enormemente. ¿ Qué pensarían los coloraos de la España actual, de aquel ente nacional cuya suerte ellos querían mejorar? ¿Les colmaría España o les desconcertaría?                    


                         Partamos de una premisa : los coloraos tenían una veta quijotesca y  como Don Quijote son la plasmación de un propósito, de la búsqueda desinteresada de un objetivo que no es otro sino el de la libertad de sus compatriotas para implantar una justicia que llegase a todos los españoles sin distinción de clases ni sexos.


    Repito la pregunta. ¿ Que pensarían unas decenas de españoles, henchidos de un objetivo que consideraban puro y por el que estaban dispuestos a pagar con su vida, que pensarían de la España que encontrarían casi dos siglos después de su sacrificio? Este aspecto podría ser un enfoque original de una película; media docena de coloraos que escapan al ajusticiamiento militar e ingresando en el túnel del tiempo emergen en Almería, Albox, Berja o Vélez-Blanco. Tendrían que restregarse repetidamente los ojos; habría situaciones jocosas, el capitán Luis de Rute, atónito,         enfrente de un televisor,  el tonelero Antonio Guerrero              montado en un vehículo de invisibles caballos y que marcha a una velocidad para él sideral, y el barbero albojense Francisco de Rojas que, azorado,  se da de bruces  con una playa en Vera en la que extranjeros y españoles, hombres, niños y   mujeres se tuestan y pasean indolentemente con la indumentaria con que Dios los trajo al mundo, es decir, en cueros. 


         Las posibilidades chocantes son ilimitadas, cualquier guionista ingenioso podría sacarles enorme partido  pero, ya más seriamente ¿ les entusiasmaría todo lo que veían, oían y leían ?, ¿ Comulgarían, aún dando por supuestas sus  ideas avanzadas, con todo lo que ven?. No es seguro.


          Nuestros mártires degustarían con enorme complacencia progresos en la condición de las personas, unos deseados, intuidos , por los que ellos bregaban y otros que ni el más fantasioso  habría soñado. La abolición de la esclavitud, la igualdad de los hombres ante la ley y la justicia, la capacidad de elegir a tus representantes, la libertad de prensa, no tener que responder ante la justicia por ser autor de un suelto progresista, estarían entre los primeros, los intuídos; la  justa equiparación total de las mujeres a los hombres, la eliminación del analfabetismo, la escolaridad total de la población, la desaparición del servicio militar y de la pena de muerte, la existencia de una asistencia médica generalizada, que tiene muy poco que envidiar a la de países como Gran Bretaña, Francia etc...serían otros. Los coloraos, obviamente, lamentarían que Andalucía y Almería estén prácticamente a la cabeza del desempleo nacional, tendrían necesidad de que alguien les explicase por qué persiste este poco honroso record andaluz del paro a los cuarenta y dos años de llegar la democracia, y encontrarían sorprendente, incómodo, les produciría  más de un respingo, que una lozana y agraciada jovencita en Adra o Huercal Overa, a ellos de grave aspecto  y a lo mejor peinando canas,  los tuteara con toda naturalidad en el mostrador de una taberna: "¿ Que os sirvo ?"  "Espera un momento que ahora te atiendo". 


         Pero hay hechos que los asombrarían más , incluso dolorosamente, una vez superado el pasmo ante la caja de la televisión, la velocidad de los vehículos y los senos turgentes de la playa, y empapados ya  de los sucesos nacionales: 


    1)La indiferencia, cuando no el ninguneo de la bandera, el escamoteo de la palabra y la idea de España en diversas parte del país, la victimista e insidiosa afirmación de que "España nos roba" proferida `por los dirigentes de una comunidad... todo ello afloraría de forma hiriente. Estamos hablando de personajes que se consideraban patriotas . 


    2)La creciente, profunda división del país brotaría después. Las disensiones entre las fuerzas políticas en temas vitales para la nación, las zancadillas oportunistas con cualquier pretexto les causarían estupor. En todo país, soy consciente,  hay ciertos momentos en que la polarización emerge. Pensemos en los Estados Unidos de Obama. El Presidente negro, precozmente laureado con el Nobel de la paz, envidiable orador, el fervientemente deseado en el 2008, el líder mundial por el que varios dirigentes demócratas europeos hubiesen dado un brazo por contarse entre sus amigos,  recordemos los denodados esfuerzos, vanos por cierto, de Zapatero por traerlo a España, ve, contra muchos vaticinios, su país sensiblemente polarizado en torno a su figura. Esto, en cierta medida, se da en varias latitudes;  en la nuestra actual, más .  Robert Kennedy, asesinado por sus ideas como nuestros coloraos, solía comentar que "en política, hagas lo que hagas 25% de la gente nunca está de acuerdo". Debe ser el signo del género humano, en la España actual que verían nuestros personajes la proporción de desacuerdo sería mayor, con frecuencia supera el 50%. Los coloraos, si eran unificadores, encontrarían esto descorazonador.


   3)Hay otro síndrome que, presumiendo de nuevo que nuestros trasplantados eran éticos, idealistas, les sumiría en una mayor prostración. La cacofonía de los bárcenas, de la financiacion irregular, de los Eres, ese sagrado dinero destinado a los parados sospechoso de haber sido utilizado en ocasiones con fines non santos, un miembro de la familia real envuelto en trapacerías, un consejero de una comunidad distrayendo recursoso de la ayuda al tercer mundo, un sindicato, que ellos si hubieran  ideado el  futuro habrían deseado impoluto, !oh, dios mio!, un sindicato acusado asimismo de emplear para fines propios, partidistas, fondos que el contribuyente aporta para los desempleados o para la digna equiparación de la mujer, el cacareado tres por cien de comisión de la política catalana, las ITV , el despilfarro institucionalizado y clientelista: aeropuertos descabellados y costosos, estaciones faraónicas con una frecuencia de pasajeros de un pueblecito del Oeste americano, comidas pantagruélicas, tarjetas de crédito a costa del sufrido contribuyente o de las espaldas del auténtico parado....  


     En definitiva, una democracia con amplia corrupción y con un tejido ético lleno de remiendos y jirones. 


          Lo que nuestros viajeros, los coloraos, estarían tentados de concluir no sólo es que  bastantes dirigentes estaban sumergidos en una práctica corrupta y una alegría en el gasto público que no se veían durante el denostado franquismo sino que una parte no despreciable de la sociedad había aceptado esta clase de conducta como algo normal de los tiempos que vivimos. Resulta embarazoso recordar que algunos de los que se quejan del comportamiento de los gobernantes no vacilan en incurrir en prácticas poco edificantes y ya consideradas rutinarias; unos pocos están domiciliados en los archipiélagos para obtener beneficios que no les corresponden, otros miles no han notificado que un familiar cercano ha fallecido con objeto de seguir percibiendo una pensión y otros miles,muchos más, centenares de miles cobran el seguro de desempleo mientras ejercen otra actividad sumergida remunerada. 


               A nuestros coloraos "les doleria" esta España y tendrían, como aquel presidente del Supremo estadounidense que saltar las páginas de política de los periódicos, donde emerge la pobredumbre humana, y refugiarse en las de deportes: ahí todo sería optimismo y árboles verdes esplendorosos: La seleccion nacional de futbol plasma hazaña tras hazaña, Nadal arrolla, Mireia Belmonte pasma, Alonso deslumbra y este mes nos trae un campeón mundial de boxeo. 


       Estos éxitos son refrescantes, aunque los coloraos encontrarían incomprensible, vesánico, que se paguen 99 millones de euros por un señor que en calzoncillos patea bien un balón, lo del deporte es bonito pero es sólo una distracción,  muy insuficiente  si queremos evitar un aumento del escepticimo, de la resignación ante la sinvergonzonería, del pudrimiento moral,  del declive ético de España y de los españoles. 


        Los coloraos, sacrificados, liberales en el mejor sentido del término, patriotas  en también la mejor acepción de la palabra, soñadores de lo bueno...pedirían hoy, colijo que  a voces,... ofrecerían de nuevo lo más preciado, su vida, por una regeneración real  de nuestro país. 


           Si no se produjera, y no puedo ser forzosamente optimista aunque me gustaría serlo, es posible que tuvieran la querencia de querer salirse de este film, de decir que su película se titulara "Regreso al pasado" para intentar, desde ese pasado, crear una sociedad con los ingentes logros sociales que hemos alcanzado pero con la eliminación de las rémoras: corrupción, separatismo, polarización que últimamente nos han brotado con fuerza insospechada. 


           Haría falta, ciertamente, me temo, que la Virgen del Mar, nuestra patrona, les echara una mano.


 


 




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