El botones de San Petersburgo

El botones de San Petersburgo

Pedro García Cazorla
01:00 • 08 sept. 2013

Los organizadores de la cumbre del G-20 en San Petersburgo, eligieron la antigua residencia de la madre del Zar Nicolás, para alojar a los  dignatarios de las naciones participantes. El palacio se construyó en una isla a la desembocadura del río Neva, allá por el 1894, su lejanía de la ciudad protegía a sus huéspedes a excepción de Barack Obama que no estaba entre ellos. Yo soy Igor Sánchez, mi padre fue uno de los niños de la guerra civil española que salió del puerto de Bilbao con diez años y llegó a Rusia, para no regresar jamás a su tierra. Llevo toda mi vida trabajando en el mantenimiento de este palacio. El día  anterior, estuve probándome un uniforme de botones, acompañaría a la delegación española y prestaría atención. Esas eran las órdenes.  Cuando llegó el Presidente y su equipo, estuve rápido de reflejos y al final cargué el carrito con las maletas de los españoles, entre ellas la de él, aunque sus hombres no apartaron los ojos ni un solo instante. Uno de ellos dijo que tenía un amigo en Bilbao que es calcado al botones. 


En el ascensor y en los pasillos hablaban de sí todo seguiría como en la Guerra Fría, cuando la KGB escondía micrófonos en las lámparas de la mesitas de noche. Mariano permanecía en silencio, taciturno, pero cuando entramos a la 39, preguntó a su jefe de protocolo si tendrían que darme una propina o no era costumbre en las cumbres internacionales. 


El mismo sacó de su cartera cuatro monedas de un euro, pero devolvió dos al bolsillo siendo coherente con la necesidad de recortes.




Transcribí palabra por palabra, incluso anoté algunas impresiones subjetivas y dejé los dos euros sobre la mesa de mi jefe.  Aquella misma noche y por un pasadizo secreto llegué hasta la suite de él, desde una de las ventanillas de ventilación lo vi delante del espejo, repetía en Inglés una y otra vez la misma frase: ¿Dónde has pasado la noche Barack?. 


- Ministro y si Obama dice que no le da la gana decírmelo, que tengo que hacer-. Preguntó el presidente a un hombre calvo que permanecía tumbado haciendo zapping.




-Diremos que te ha felicitado por la recuperación de la economía española, le das una palmada en el brazo y sigues andando como si nada. 





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