El santuario que alberga el cerro Roel, en la Sierra de las Estancias, ha protagonizado este fin de semana los actos conmemorativos de la romería de la Virgen del Saliente, conocida popularmente como “La Pequeñica”. Numerosos ciudadanos de diferentes provincias del Sureste se han dado cita en este tradicional encuentro que se celebra cada año el día ocho de septiembre en este monasterio que en 2016 cumplirá los primeros trescientos años de su erección.
La gestión del santuario ha pasado por numerosas manos con distinta suerte y con más sombras que luces, al margen de la asistencia y atención que en el pasado y de forma abnegada prestaron los hermanos ermitaños de San Antonio y San Pablo. En un encuentro fortuito lejos del cenobio, uno de los últimos legos que residió en el claustro me comentó que frecuentemente las pretensiones de la orden monacal difirieron de los intereses de los rectores del monasterio y que aún está por contar la intrahistoria del priorato. Tras algunas actuaciones desarrolladas en las últimas décadas, la situación del edificio que corona el monte Roel urge de una adecuada y rápida restauración, anunciada en varias ocasiones como serpiente de verano, por no hablar del deterioro que presenta la imagen mariana.
Desde hace un par de años, diferentes instituciones, colectivos y asociaciones ciudadanas mantienen la petición de de que se declare 2016 como Año Jubilar en el santuario, pues entienden que, además de servir para homenajear a la Pequeñica, representaría un revulsivo turístico y económico para toda la comarca, y una ocasión única para concluir las actuaciones pendientes. Pero también en esta ocasión parece que no coinciden los intereses terrenales con los celestiales y los demandantes de dicha declaración no encuentran la esperada respuesta afirmativa. ¿Por qué será?.
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