¡No es esto, no es esto!

¡No es esto, no es esto!

Fausto Romero-Miura Giménez
01:00 • 13 sept. 2013

El miércoles, en La Voz, dos notables socialistas almerienses, cuyo rigor intelectual y valía política valoro desde siempre, y que muy bien hubiesen podido ser eficaces Consejeros, decían que la crítica a Susana Díaz por no haber incluido a ningún almeriense en su Gobierno es un “provincianismo”


Remedando a Ortega y Gasset yo les digo: ¡no es esto, no es esto.  Y, si se me apura, tampoco una cuestión –a la que se refería el filósofo- de esperanza, desasosiego o descontento. 


No. Es otra cosa. Y gravísima: la constatación de la exclusión de una provincia del Gobierno que le afecta. Una dación de fe de incapacidad: Almería es la única provincia de Andalucía que siempre ha sido mandada por ajenos, por extraños, por forasteros. Y lo va a seguir siendo.




Soy un admirador confeso de la inteligencia, que es tanto como decir de la capacidad y de la eficacia. 


De hecho, sólo milito en el PDLI: Partido de la Inteligencia, y soy un admirador de los que Leonardo Da Vinci llamaba obreros de la inteligencia, lo que, también siempre, me ha llevado a sostener que en los cargos políticos –como en casi todo en la vida- deben estar los mejores, los más capaces, no los más agradaores. Por tanto, si en el nuevo Gobierno andaluz hubiese Consejeros, digamos, sólo de Jerez y de Andújar, o de Zaragoza y de Lérida, porque son los mejores, yo estaría un poco sorprendido pero encantado, en cuanto que, como residente en Andalucía, de ellos dependería que, en vez de padecerla, la disfrutara.




Pero las cosas no han sido así: el Gobierno se ha formado en base a la fuerza de las Federaciones provinciales del PSOE. ¿Se hubiera atrevido la señora Presidenta a dejar fuera a Málaga o a Jaén o a Sevilla? Vd. mismo tiene la respuesta.


Por tanto, al contradecir su proclamado propósito de “regenerar e integrar”, y  dejar fuera a Almería, lo que ha hecho ha sido des-integrar,  –y desintegrar, claro- es decir, excluir  a Almería de esa nueva Andalucía regenerada e integrada. 




Es un dato objetivo, y aquí entra el no es esto de Ortega: no provincianismo, sino desprecio, exclusión, agravio –sí- incluso comparativo. La reacción –fuera de los sectarios políticos- ha sido unánime. Hay muchos almerienses, socialistas e independientes, capacitados para ser miembros del Gobierno andaluz. No puede la señora Presidenta darle una patada al PSOE almeriense –por su guerra interna- en el culo de Almería. De una Almería, tan arrumbada en el córner del Arrecife de las Sirenas que, del puntapié, la ha tirado al mar de la nada, ni de los cantos de sirena siquiera.


¿Provincianismo? No: despeñamiento.



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