Dice Rajoy que hemos salido de la recesión pero no así de la crisis. La gente sencilla difícilmente entiende las palabras manejadas por los analistas. Se atiene más bien a lo que ve todos los días en su lucha a muerte con los precios y las oportunidades de la vida.
En esto de la economía hay como tres niveles. La información del partido que desde que accedió a la Moncloa nos está diciendo lo bien que vamos, refrendada por supuesto por los líderes de la derecha europea, la madre del cordero.
En segundo lugar, la crítica libre de economistas, profesores de Universidad, Premios Nobel e institutos del ramo. Aquí no hay tanta alegría en reconocer que las reformas del PP sean las más adecuadas y por tanto que estemos a un paso de salir del abismo. Por último, no hay que perder de vista el pulso de los que de verdad están sufriendo las consecuencias. Las cartas al lector de los periódicos o las contestaciones de los oyentes en los programas de radio, sin descartar tampoco las tertulias a pie de calle, evidencian que esto va para largo. La pregunta es: ¿de quién nos fiaremos? No es extraño que también aquí existan euroescépticos persuadidos de que no todo lo remediará la Merkel. Tras su enorme triunfo electoral lo que ha dicho esta señora es continuar con su política económica de apretar el cinturón. Así que por este camino tal vez tengan razón sus críticos cuando afirmar que podemos despedirnos del Estado de bienestar para mucho tiempo. Y no son ganas de llevarle la contraria a la derecha, sino de mirar el paisaje después de la batalla.
Una ojeada al pago de nuestra deuda pública resulta que linda ya con el 100% del PIB; el desempleo no baja del 27%, sectores estratégicos no levantan cabeza; la investigación, madre del futuro, tampoco está para tirar cohetes a causa de los recortes. Y, por último, no hace falta que me refiera a cómo está la calle erizada de protestas de todos los sectores sorprendidos del optimismo del Gobierno con lo que está cayendo. Para entender la crisis hay dos caminos, el vulgar de culpar a Zapatero y el más científico de ver en ella un colapso financiero mundial. El segundo la escondieron bajo la presunta generosidad de los bancos.
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