La metáfora de los contenedores

La metáfora de los contenedores

Kayros
23:03 • 14 oct. 2013

Todas las mañanas al ir a comprar el periódico me llama la atención este presuntuoso fantoche de la basura que  tiene todas  las apariencias de  un sarcófago. Si antes fue el símbolo de la sociedad de consumo, hoy con la crisis en sus lomos no pasa de un asquerosos  retrete de nuestros  detritus. Y no basta que allí vaciemos nuestras  bolsas  llenas  de residuos malolientes. También habría que dejar las promesas del Gobierno cuando  asegura que vamos por buen camino y que ya estamos saliendo del pozo. 


Un Premio Nobel acaba de decir que cuando un país mantiene  un 25% de desempleo está todavía en la recesión. Así que apliquémonos el  cuento. La  gente no lee  porque no tiene tiempo, el día lo necesita para otras cosas. Además, según hemos comprobado en el último ranking,  la lectura de los números le produce mareo. No obstante,  dispone de otros signos más claros para vislumbrar  las consecuencias  de la crisis y es hurgar en el contenedor. Cuando veas a un rumano o un sahariano  revolviendo con un palito el cajón de la basura    aquello que no quiere la mayoría de los vecinos, dite para ti: he ahí la crisis. Y lo peor no son los tomates podridos o los paños de la menstruación que asoman por la boca de las bolsas, sino las mentiras del Gobierno  en forma  de  vomitonas  retóricas.  


He oído  decir que los agricultores  de Almería han descubierto una técnica resultona  para limpiar el ambiente de mosquitos. Y es colocar  murciélagos  dentro de los invernaderos. Me pregunto cuántos murciélagos harían falta para desinfectar ciertas oficinas. Pero volvamos al contenedor que es el símbolo de este tiempo. Así como las funerarias tienen una indiscutible importancia higiénica  respecto a llevarse  bien lejos los cuerpos  de los muertos, así también los camiones  de la basura van bien provistos  de mecanismos autónomos para no tocar siquiera  la  carga. Tal relevancia  han adquirido los basureros que basta que un ayuntamiento se retrase un poco en pagar para que estalle la revolución del mierda. Cada  época  tiene sus armas.  Hoy  los alumnos de Marx  suelen leer el Capital  entre la basura de los contenedores. Y el alcalde, a subir los impuestos incumpliendo el programa.







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