El pobre individuo cansado de la vida se levanta temprano para buscarse su pan diario frente a los egoísmos de los demás no piensa que alguien desconocido decide desde muy lejos su porvenir. A veces los telediarios son odiosos por aquello de que apenas informan sobre algo positivo que anime a tirar para adelante.
Y en ese plan no es raro que haya gente, generalmente de barrio, que abomine de las noticias. Para qué enterarse de lo que pasa en el mundo, dicen mientras buscan la página de deportes en algún periódico atrasado.
Yo les comprendo. Llevamos una semana que todos vociferan lo mismo: Estados Unidos está a pocas horas de la suspensión de pagos. Demócratas y republicanos no terminan de ponerse de acuerdo sobre el techo de la deuda... y esto puede organizar otro colapso mundial semejante al de Lehman Brothers. Tiene guasa que nuestra alegría de vivir tenga relación con los problemas USA. pero así están de interrelacionadas las cosas en la economía globalizada. Debemos desconfiar de esos políticos que cuando ven algún repunte en. el IBEX o en la prima de riesgo (no hablemos ya de la desaceleración de las cifras de desempleo) montan una conferencia de prensa para que todo el orbe se entere de que el éxito se debe a ellos.
Y también ocurre lo contrario. Aquí nos matamos por echarle la culpa al otro partido, pero en realidad los males vienen de otra parte. No se hace una autopista, se retrasa un trasvase, no llega el tren de Alta Velocidad, y entonces ahí va la mesa de las infraestructuras encendiendo la mecha del olvido provinciano. No, amigos, muy lejos de aquí otros decretaron que se imponía el recorte en los gastos públicos y la teutona austeridad.
Los medios de comunicación insisten mucho estos días sobre las cosas que pueden sentirse afectadas de no mediar un pacto acelerado. Puede aumentar el precio del dinero, disminuir el consumo de los ciudadanos, subir las tasas de paro, afectar gravemente al dólar como moneda mundial, en fin las consecuencias serían tremebundas para la economía global. Que el capital nos coja confesados.
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