Una cabra por bulerías en el Taranto

En estos momentos creo que las dos tareas más complejas a las que puede enfrentarse el ser humano son, por nivel de dificultad, enseñar a cantar flamenco a una cabra y hacer jugar al fútbol a la actual plantilla de la UD Almería. Naturalmente, al paso que van las cosas acabaremos asistiendo antes a un recital de bulerías caprinas en la Peña el Taranto que ver ganar a nuestro equipo un partido. 

Y es que de donde no hay resulta extremadamente difícil sacar. Que se lo pregunten al anterior entrenador del equipo, Javi Gracia, que cuando vio los mimbres con los que debía afrontar el regreso a Primera dijo adiós con la manita. Pero el mundo es de los valientes, y ahí entró con brío y dando la cara un técnico joven y encima de la casa, Francisco, que parecía la respuesta perfecta para lograr esa conexión entre afición, ciudad y equipo que tan difícil es de lograr en Almería. Lo único que pasa es que por mucho que este o cualquier otro técnico con más años, más trayectoria y más colmillos retorcidos insista, lo que no puede ser generalmente acaba sin poder serlo. No pretendo saber tanto de fútbol como para permitirme dar recetas, sugerir estrategias o aconsejar al presidente del Club lo que debe hacer con su dinero. Pero ya que hablo de dinero, diré que es respetable limitar el gasto y no pagar con peligrosos endeudamientos fichajes de prestigio mediático y rendimiento incierto. Ahora bien, si la idea era esa, no vale asustarse ahora  cuando la apuesta de riesgo está saliendo mucho peor de lo previsto. 

En todo caso creo que no se gana nada cambiando ahora de cuerpo técnico, cuando habría que cambiar antes muchas otras cosas. Es la ley no escrita del fútbol, lo sé, pero también hay códigos no escritos que enseñan bien las diferencias entre los hombres de palabra y los oportunistas. Si no nos volvemos locos, podemos salir de esta.