De cómo éramos ayer y cómo somos hoy

Kayros
23:59 • 19 nov. 2013

No hace falta decir  que  carezco de base matemática para medio entender a  Newton y a Einstein,  dos  de las biografías que leo estos días. Es cierto que allá en los rincones de mi cerebro me suenan conceptos como cálculo infinitesimal,  integral y  derivada, relatividad del  espacio tiempo  etc. Hoy me sería imposible   una  explicación ni siquiera aproximada  en una pizarra escolar con  profusión de  ecuaciones. Así  que cuando en la lectura tropiezo  con estos  jeroglíficos algebraicos  me los salto como un gamo volviendo al  alumno de letras que siempre fui. Lo cual no quiere decir que no me aproveche de lo que popularmente todo el mundo sabe ya sobre los genios que admiro atreviéndome a interpretar la política con ayuda de la física. 


Todo es relativo. El espacio es el tiempo. Estamos a merced, se quiera o no,  de las leyes de la gravedad. Cuántas cosas han cambiado en este país  desde que murió Franco. Podría publicar una larga lista de compañeros que en los primeros ardores de la Transición fueron incansables  revolucionarios. Jamás pensaron que iba a llegar un día en que pasarían las tardes en la paz de un casino hablando con los tenderos  de  déficit   y de tantos por ciento. Pero así son las cosas. Todo depende del lugar  que uno ocupa en la estructura social. Mientras  eres un triste jornalero, cuyo sueldo (si es que lo tienes) no te llega a fin de mes, no te importa  apuntarte a cualquier  movimiento   que intente cambiar las cosas. Ahora bien, cuando comienzas a instalarte en la vida,  tocas el  bienestar, comes mejor  y vas al fútbol  los domingos, se va inoculando en  tu espíritu el veneno burgués y hasta  miras con complacencia la política de recortes y el despido libre. Lo dijo muy bien Carlos Marx.  Más o menos es  algo así como que la conciencia no cambia las relaciones sociolaborales donde está inserto el  individuo sino al revés. Y aquí reside la razón de los profundos  cambios que sufren algunas personas que comenzaron pensando como Mao Tse Tung  y ahora subrayan todo lo que defiende Mayor Oreja.  Lo difícil es ser fiel a las ideas antes que el bolsillo. No busquemos mas argumentos para explicar los que pasa en UGT o en  Génova 4. Nos gusta  a todos vivir bien, lo demás es  comedia.







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