Dice González Pons que se siente orgulloso de pertenecer al PP, un partido honrado como todos. La frase resulta un pelín enigmática. Para entenderla como merece hace falta un comentario semántico y filológico de alta escuela. ¿Todos los partidos son honrados? En teoría pudiera ser que sí, pero después de lo que estamos viendo y oyendo todos los días, después de Bárcenas o los ERES en Andalucía ¿quién se atrevería a afirmarlo?
La frase de Pons tiene además un tonillo irónico como cuando decimos: tú eres un cualquiera. Un tío del montón. Recuérdese aquel famoso desprecio de Manuel Machado para decir que la amada le había traicionado: “tu calle ya no es tu calle/que es una calle cualquiera/camino de cualquier parte”. Quienes estamos todos los días tropezando con el diálogo de sordos PP-PSOE, sempiterna polémica que no conduce a nada salvo a la monotonía siberiana del desierto, nos damos cuenta de que es preciso cambiar de metodología discursiva. En adelante, en vez de hablar de izquierdas y derechas, de progresistas y de conservadores, de pobres y ricos, tendríamos que aceptar otros parámetros mucho más clarificadores. Por ejemplo, dividir la sociedad en dos grandes conglomerados : demócratas y no demócratas, o si se quiere, individuos que buscan un mejor porvenir a través del pacto social y los que no quieren modificar sustancialmente el pasado porque en él se sienten muy ricamente.
Con estas premisas se acabarían en parte las infinitas tostoneras dialécticas de PP-PSOE. Yo nunca he creído que el PSOE sea lo mismo que el PP, pero cuando entran los dos en el lodazal de la corrupción, ahí no hay quien se entienda. Oye, que tú tienes a Gürtel y Bárcenas, ¿te parece honrado? Y responde el otro: ¡Pues anda que tú con la UGT y los Eres! La verdad es que el ciudadano está bastante harto de este fulaneo de patio de vecindad. Y luego están los medios. Mientras la izquierda carece de medios de persuasión, la derecha toca la trompeta del juicio en cuanto ve amenazados sus altos sueldos y sus Bankias tiradas por el suelo. Total, para cuatro días que vamos a estar aquí es preferible estar bien con los poderes fácticos. Los pobres apestan, arguyen.
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