Quien de manera desapasionada y lejos del escándalo de gallinero de la prensa de derechas observe la actualidad española con perspectiva histórica encontrará algunos datos útiles para librarse del vértigo. Si uno se deja llevar por lo que aparentemente nos pasa puede equivocar la receta. La alcaldesa de Madrid afirma que a un partido como el suyo se le debe el progreso de la humanidad. Por aquí por Almería, nuestro Rafael Hernando sigue ejerciendo de bocazas; luego se arrepiente el hombre pero mientras tanto tira el carro por el pedregal. En Melilla hay estos días toda una polémica sobre si el mejor trato a los inmigrantes es poner cuchillas cortantes que florecen como crisantemos, perdón, quiero decir que abren las venas de los subsaharianos. Cierta gente está como amotinada porque en la conferencia del PSOE hablaron de renovar el concordato con la Santa Sede ahora que tenemos s un Papa que va hacia el rojo como las galaxias. Respecto a la economía nacional podríamos traer a colación unos cuantos nombres, ejemplo edificante de ese delirio enriquecedor que atacó a la burguesía franquista tras el advenimiento de la democracia. Y como esto de amontonar pasta no es privativo de la derecha sino también de la izquierda, señalemos los ERES andaluces y las viejas hambres de los ugetistas que parece que nunca comieron, a lo mejor es verdad. Haríamos mal si siguiéramos el tonto ritmo binario de preguntas como ¿quién tiene más políticos corruptos, la derecha o la izquierda? Hay por fortuna otros estudios más profundos y más claros. Para mí un artículo esclarecedor, publicado el 30 de noviembre en El País, se debe a la pluma de Ignacio Sotelo. Se titula “A qué llamamos franquismo” y es la historia de cómo el viejo régimen sigue marcando la actualidad. Para empezar, aquí no hubo ruptura sino consenso. La ley electoral está pensada para facilitar una mayoría amplia en los dos partidos que hasta ahora gobiernan. El PSOE subió al poder gracias al intento de golpe de Estado. Los socialistas modernizaron el país pero dejaron intactos los pilares del dictadura, Iglesia y poder económico. ¿Se extrañan ahora de la Ley Wert o de la reforma laboral? En vez de socialdemocracia prefirieron el “crear riqueza” de Reagan y Tatcher. En eso iba la trampa.
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