Apenas vemos aparecer las primeras luces de la Navidad, con su tsunami de anuncios y de simbologías alusivas, se nos llena el alma de un buenismo empalagoso. Se dice mucho ahora eso de crear un portal. Hasta los políticos utilizan la frase para referirse al empleo o a cualquiera otra calamidad social. El hecho histórico del nacimiento de un niño en la noche fría rodeado de ángeles pero echado en unas pajas bajo el vaho del buey y la mula, atraviesa los siglos haciéndonos a todos algo mejores, al menos desde Adviento hasta Reyes. Y es en este ciclo cuando más contrasta el recuerdo de los pobres, y tal vez por eso mismo duelen mucho más las crueldades. No quisiéramos quitarle ningún mérito al voluntariado dedicado fraternalmente al alivio de la miseria humana, bien sea recogiendo alimentos o bien visitando enfermos, pero que conste que es a esta luz presuntamente alegre cuando más tristes. aparecen las desigualdades.
Si ustedes recuerdan, el célebre cuento de Dikens gira sobre la felicidad de una familia cristiana en fuerte contraste con la sordidez de un avaro que no vive nada más que de sus sucias monedas. Y lo que ocurría en la sociedad inglesa a finales del siglo XIX tampoco anda muy lejos de lo que vemos hoy. No lo digo por malestar a nadie ni por estropearle la cena a los políticos, pero los medios informativos no hacen otra cosa que hablar de desahucios, enfermos dependientes, niños hambrientos. Es ese buenismo navideño que se cuela por nuestras conciencias a la vista del clima de egoísmo que estamos viviendo. Yo no tengo la culpa de que se hable más de la cuenta de las concertinas de Melilla. También la palabreja se las trae porque alguien puede pensar que hablamos de Mozart cuando nos estamos refiriendo a las cuchillas que sajan el cuerpo de los inmigrantes.
Y hay algo aún más grave. Es una desgracia tener ochenta años y estar postrado en cama si poderse mover. Hasta el momento estos muertos vivientes tenían la ayuda del Estado mediante el apoyo a la dependencia. Ahora nos enteramos de que ni los ayuntamientos ni tampoco las comunidades autónomas recibirán un euro del Gobierno. Si esta no es crueldad en plena fiesta navideña que venga Dios y lo vea.
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