La ley del aborto promovida por el PP está siendo muy controvertida. Alberto Ruiz Gallardón se defiende del aluvión de críticas de aquí y de allá (algunas hasta de su propio partido) diciendo que tales postulados doctrinales estaban ya en el programa electoral. Como el papel todo lo guanta, es posible que estuviera en el programa. Sin embargo todos sabemos que nada más ganar las elecciones , lo que realmente se produjo respecto a las propuestas fue un cambio monumental. De no subir los impuestos pasaron a no dejar un euro para dependencia. De no tocar las pensiones las dejaron escuálidas de tanto manosearlas, de defender a ultranza la educación y la sanidad públicas, impusieron el copago en medicinas y las tasas académicas, en fin, de terminar con el paro, lo que hicieron fue abaratar el despido beneficiando al capital a requerimientos de la derecha europea. La lista de promesas incumplidas y sustituidas por otras aún más crueles podría ser bastante larga. Se me perdonará pues que no venga aquí a comentar el tocho del programa conservador. Ahora bien, una vez alcanzado el poder con mayoría absoluta, lo más lógico es preguntarse para quién gobierna el PP. ¿Solo para la ultraderecha resabiada por el hundimiento del franquismo? ¿Solo para los grupos eclesiales más retrógados pastoreados por la Conferencia Episcopal? ¿Por qué han sido cambiadas tantas cosas del programa original y en cambio siguen intactas las exigencias de los grupos más reaccionarios? Admitamos que la política de la Moncloa responde a criterios ideológicos de un partido ganador de las elecciones que actúa en consecuencia. Pero no es eso todo lo que hace falta en una España desgarrada que quiere volver de nuevo a la dialéctica infernal de las dos Españas. Después de treinta años, aquí están otra vez los famosos antagonismos, las estúpidas divisiones, la España, en suma, viejo problema irredento del que tanto hablaron nuestros intelectuales más conspicuos. Rajoy debiera hablar más con Rubalcaba, y en el caso de la ley de divorcio, contar más con el parecer de las mujeres. Si los hombres parieran tendríamos menos problemas con el aborto. A ver si cuando el PP deje el gobierno, aquí nos enteramos de que nunca hubo democracia.
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