El presidente del Gobierno ha soltado esta semana, como quien no quiere la cosa, una de esas frases que quedará para los anales de la historia, porque mucho me temo que para el presente más inmediato queda desautorizada. “Tendremos un mañana colmado de días azules y soleados”, ha sentenciado Mariano Rajoy, en su hasta ahora inédita faceta de poeta, sin detenerse a pensar en que la realidad del día a día para millones de españoles es la de cielos cubiertos con lluvias persistentes acompañadas de fenómenos tormentosos.
El parte del tiempo, si seguimos en esa misma línea literaria y argumental, no puede ser más negro por mucho que el Gobierno se empeñe en pintar el cielo de otra manera con sus datos macroeconómicos puesto que las isobaras, los gráficos que sirven para realizar los mapas del tiempo, dicen lo contrario desde hace mucho tiempo.
Esto que ha hecho Rajoy me recuerda a aquella canción de Kortatu de los ochenta cuando decretaban eso de “mañana sol y buen tiempo”, dijeran lo que dijeran las previsiones. Así andamos en este país, a golpe de imaginarias sensaciones que distan muchísimo de lo que en realidad ocurre.
Con unas cifras de paro terroríficas, los dirigentes del Partido Popular intentan también, aquí en Almería, distraer a los ciudadanos con declaraciones tan alejadas del contexto actual que uno piensa que el mundo en el que viven debe corresponderse con un universo paralelo, inexplorado por la inmensa mayoría de la sociedad.
España “casi ha regresado a la situación anterior del estallido de la crisis”, hemos escuchado, con el añadido del peregrino argumento de que en la última Navidad ha habido “más alegría, consumo y gente en la calle”. Habría que preguntarle a los 135.800 desempleados que tiene nuestra provincia, según la última EPA, si han vivido esa idílica Navidad de gozo y compras para determinar donde se encuentra la borrasca a estas alturas.
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