Reconfortado y contento, Ismael Diadie Haidara, el responsable y depositario del Legando del Fondo Kati, esencia de la Biblioteca de Tombuctú, ha regresado a su casa andaluza tras recibir emocionado la medalla de la ciudad de Toledo, una distinción que reconoce la impagable labor por atesorar los fondos de la familia de Alí Ben Ziyab al Quti, el último juez musulmán toledano. Para Ismael este galardón representa la vuelta a la cuna, una cuna expoliada a sus legítimos moradores, quienes aún guardan como un tesoro las llaves de las casas que albergaron sus antepasados. Un tesoro sin precio es también el conjunto de los casi 13.000 documentos que contienen toda la historia de Al Andalus, que “esconden más de lo que enseñan” y que se encuentran –desde la invasión islamista de Mali en abril de 2012- en la programada y oculta dispersión que utilizan casi tres mil miembros de la familia Kati cada vez que acecha algún peligro. La histórica relación entre el ejército del cuevano Yudar Pachá y la familia Quti, las estrechas amistades entre Ismael Diadie con el desaparecido José Angel Valente y Juan Goytisolo, o la actuación de Antonio Llaguno, vicepresidente de la Fundación Kati, el apoyo de asociaciones –Argaria- y estudiosos, junto a la presencia y numerosas intervenciones del depositario del legado en tierras almerienses evidencian más que suficientes razones para el establecimiento de un vinculo institucional entre Almería y el Fondo Kati. Aún duerme en el olvido el convenio con la Universidad almeriense –otras muchas universidades ya lo tienen-; ninguna institución de Almería ha solicitado ni se ha ofrecido hasta ahora para facilitar un espacio como sede de los fondos Kati, respaldados por la Unesco y de incalculable valor . Sin embargo, ya lo han hecho los ayuntamientos de Jerez, Toledo y Tarifa. ¿Habrá alguna iniciativa almeriense?.
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