El fútbol tampoco se libra de la corrupción

Entrenadores  y  técnicos del Barcelona CF, desde  Johan Cruyff a Tata Martino pasando por Guardiola y otros, han hecho del juego del  equipo un trasunto del ballet. Lo imita la Selección Española, campeona del mundo y de  Europa, lo admira la crítica alemana  e inglesa comparándolo con la música de cámara. Sin embargo, el placer estético que comporta un regate de Messi o de Neymar no se puede disociar, y menos en este momento, del humus podrido  y fraudulento que levantan ciertos  dirigentes. No sé si el futbol será una separata de la corrupción general, pero cuando menos la gente decente lo aprovecha para olvidar la vida miserable  que llevamos entre sacrificios e impuestos. 

Y no es que uno crea que la obra de arte  nace siempre de fuente inmaculada. En el Renacimiento había grandes  mecenas que protegían la obra de arte, pero también cuenta la historia que manejaban el veneno y  el puñal como virtuosos  del  violín. Lo que hicieron los griegos del deporte como escuela de virtudes y formación de buenos ciudadanos hoy es  mera retórica.  Solo quedan algunos nombres  como olimpiada y atletismo. El resto se mueve dentro del  sistema capitalista que es el arte de hacer dinero a través del entretenimiento o alienación de las masas. No puedo generalizar, claro, hay, siempre los habrá, presidentes de futbol muy honorables  sentados  en el palco de honor de esos santuarios  que son los estadios. Pero no costaría mucho nombrar ahora media docena de constructores que se hicieron dueños  de equipos  mediantes trampas o, como se dice hoy, mediante” ingeniería negocial” carne de juzgado. Bastantes de ellos pasaron por la trena, qué menos. El bien social que es el  deporte   siquiera como paño de lagrimas de tanta desventura  económica -qué sería  de nuestros  sábados y domingos  sin ese ansiolítico- es protegido por nuestras autoridades  y no en vano se comenta que éstas retrasan  supuestamente los  pagos  a Hacienda. Pero lo que es cierto es que tampoco el fútbol se libra del colapso institucional que padecemos. ¿Para cuándo unas entradas más baratas? Ahora podemos comprar arte con un IVA más bajo. Pregunta: ¿quién que no sea Bárcenas puede comprarlo?