Hermosa y delicada conjugaba la habilidad para servir combustible, surtidor en mano, de la estación de servicio que su familia poseía en Córdoba, destino argentino de muchos almerienses de la emigración, con la exquisita sensibilidad para acariciar las mejores composiciones de Chopín. Se llamaba Susana Gricel Viganó .Premiada en diferentes concursos de belleza, con apenas 15 años hechizó al locutor de radio Stentor de Buenos Aíres y reconocido poeta y autor José María Contursi, conocido por “Katunga”, quien estaba casado y tenía su propia familia.
La ternura y la belleza de la joven sedujeron al afamado letrista de tangos, quien sucumbió durante muchos años al amor de la joven Gricel que quedó roto una decena de años después del primer encuentro. Gricel Viganó se unió a otro hombre con quien tuvo una hija, pero pronto ambas fueron abandonadas por él.
Un buen día, la radio llevó un tango a la localidad cordobesa de Capilla del Monte, donde residía la seductora mujer. La música era de Mariano Mores, el título “Gricel”, y el argumento conocido por muchos: “Y hoy que vivo enloquecido/porque no te olvidé/ni te acuerdas de mi,Gricel..” Se inició así una apasionante historia de amor prohibido.
Dos décadas después de la despedida, el bandoneista Ciriaco Ortiz informó a Gricel de que su primer amor había enviudado, y preso de una gran depresión se había recluido en su casa. La mujer no tardó en plantarse con su hija en Buenos Aíres.
El reencuentro de la pareja se produjo en una popular confitería. José María Contursi y Gricel se casaron y se amaron hasta la muerte. La historia dio origen al tango que con el titulo de “Gricel” ha cautivado al público, y que he conocido por la copia de una foto que muestra a una bella joven con la manguera de un surtidor en la mano.
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