El día en que Rajoy y Rubalcaba...

“Temo que la salud democrática de este país está con fiebre alta, dolores varios, achaques plurales”

Fernando Jáuregui
22:46 • 06 mar. 2014

Muy revuelto, mucho. Me refiero, claro, al panorama nacional, que del internacional es mejor ya ni hablar. Tenemos a algunos presidentes regionales, cuestionados para colmo, poniendo en tela de juicio el sistema de financiación autonómica y, casi, la Constitución. Tenemos a un jefe del Estado pidiendo -regenerar- la vida política nacional. Tenemos a un jefe del Gobierno cuyo índice de popularidad no rebasa el 17 por ciento; a un líder de la oposición que no lo supera ni en un 10 por ciento, a unos ministros que no llegan ni a un suspenso digno y a una clase política que ni en sueños llegaría al aprobado. Tenemos a un titular de Justicia enfrentado con todos los togados, a uno de Educación al que hacen vudú docentes y discentes de toda laya, a uno de Industria y Energía que emplea toda la suya en enfrentarse a las eléctricas, a una de Sanidad contra la que protestan todas las -batas blancas- de España, a uno de Hacienda que ha logrado la unanimidad de que todos estén contra él...


   ¿Bastan algunos -brotes verdes- para contener tantas mareas? Temo que la salud democrática del país está con fiebre alta, dolores varios, achaques plurales. No hablo de la corrupción, que esa es otra; hablo de las insuficiencias legales, de la falta de iniciativas novedosas. Es necesario un golpe de efecto. Necesitamos a otro Adolfo Suárez para que, en once meses, nos cambie las cañerías sin dejar de darnos agua. No es un milagro imposible, porque Suárez, en una coyuntura me parece que más difícil, lo hizo. El día en el que Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba salgan a la puerta de La Moncloa a anunciar que no piensan presentarse a la reelección, que convocarán primarias sin truco y que, juntos, lucharán concertadamente por regenerar el país, la prima de riesgo baja hasta los cincuenta puntos, y el Ibex sube hasta los quince mil. Pero no se preocupe usted: eso no va a ocurrir: supondría demasiada generosidad y una dosis excesiva de patriotismo. E imaginación. Y valor. Además, lo peor es que nadie les exige que lo hagan.


   Muy revuelto, mucho. Pero intentan que no se note demasiado.







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