Izquierda Unida de El Ejido acaba de hacer una altísima contribución a la convivencia democrática y al equilibrio paritario del mundo mundial. Se trata de un avance cuyo mérito habrá de tasarse en cincelados elogios y en cantares de gesta que los bardos entonarán ante las emocionadas masas: han conseguido que el CD Ejido retire de su estadio la valla publicitaria de un puticlub.
En concreto, la de una sala de descorche y cuchipanda llamada "El Tomate", que ni tan siquiera con esta sincera apelación a los valores de la tierra se ha podido librar del mandoble ético que le han administrado los vigilantes miembros y miembras de la coalición de izquierdas. Además de felicitarlos por su denuncia, quiero desearles suerte en su nueva andadura política porque, en justa aplicación de su escrutador sentido de la dignidad feminista y otros etcéteras políticamente correctos, imagino que no desearán seguir militando por más tiempo en una coalición presidida en Andalucía por alguien que, como Diego Valderas, tuvo el machista gesto de menoscabar la dignidad de una mujer (Delegada de la Junta de Andalucía en Huelva, por ser más preciso) refiriéndose a ella como "la de las tetas gordas". La coherencia y la dignidad son valores que un buen progresista no vende jamás y por eso supongo que a estas horas la sede provincial de IU ya habrá recibido la dimisión en bloque de todo el grupo de denunciavallas, a los que debe resultar insoportable seguir trabajando a las órdenes de quien es capaz de describir a una señora como quien habla de una profesional del coito tarifado. Ah, cómo... ¿que no han dimitido? ¿Que no se han enterado de las palabras de su jefe? ¿Que se lo perdonan? ¿Que a su jefe sí, pero a los del puticlub no? Pocas cosas más ridículas que la hipócrita doble vara de medir de los talibanes y talibanas del sectarismo ilustrado.
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