Almería y sus Armas de Seducción Masiva

La cercanía impide siempre contemplar cualquier realidad en su dimensión correcta. Quizá por eso no estamos cayendo los almerienses en la cuenta de cómo estamos cambiando y a q

Pedro Manuel de La Cruz
21:53 • 15 mar. 2014

La cercanía impide siempre contemplar cualquier realidad en su dimensión correcta. Un cuadro hay que mirarlo desde la distancia que hace posible contemplar todos los matices que el pensamiento del pintor llevó, a través del pincel, a cada espacio de la geografía del lienzo. Igual sucede con la vida personal  y sucede igual con la vida colectiva.


Quizá por eso no estamos cayendo los almerienses en la cuenta de cómo estamos cambiando y a qué velocidad. Cuando nuestros hijos se acerquen desde la distancia propicia que solo propicia el tiempo comprenderán mejor que nosotros cómo hemos cambiado.


Durante siglos Almería fue un territorio condenado a la regla del olvido salpicada por la excepción de su colonización por el capital extranjero en las escasas épocas donde por algunas esquinas podría atisbarse el efímero viento del beneficio. Así ocurrió con la minería o con la uva. 




Los almerienses ponían el sudor que arañaba la sierra o regaba la tierra, pero eran otros los que, desde extramuros, aportaban el conocimiento y los fondos económicos necesarios para que el esfuerzo diera sus frutos. El nombre al esfuerzo  lo ponían, bajo la parra o bajo la tierra, los almerienses; los apellidos que quedaban sobre la superficie tenían siempre la gramática alemana, inglesa o francesa de los Spencer, los Kirkpatrik, los Moldenhauer o los Chasserot.  Han tenido que pasar cien años de aquella colonización pero hoy son los almerienses los que colonizan, con su capacidad innovadora y su trabajo colosal, otros territorios y otras áreas del conocimiento que hasta hace poco se antojaban de acceso imposible.


La conversión de la provincia en la capital mundial del uso sostenible del agua; la creación de una Caja y un banco cooperativo que ya está en la élite financiera; la aplicación de la más avanzada tecnología a nuestros productos bajo plástico; la invasión del Silestone en millones de cocinas de los cinco continentes ; la aplicación de la inteligencia en movimiento en el transporte por carretera de J. Cano, mejorando la Post office americana;  la investigación biológica espectacular de empresas como Agrobio ,por citar  algunos ejemplos empresariales; o,  en escenarios más personales, la investigación y experimentación con  nuevos fármacos para patologías cardiacas por médicos de Torrecárdenas o la permanente innovación de clínicas oftalmológicas como Q Visión y que hoy son referentes mundiales, constituyen algunas de las armas de seducción masiva que están siendo pilotadas desde Almería, por almerienses y con capital almeriense.




Almería, como España, nunca tuvo una burguesía; ni ilustrada ni inculta: nunca la tuvo. Ahora la situación ha cambiado. Y ha cambiado tanto que a quienes lideran el cambio no puede encuadrárselos en ese estatus. No pertenecen a la burguesía, forman parte del movimiento integrado por los que están llamados a ser los “hacedores” del nuevo milenio: los emprendedores.


Juan de la Cruz, Manolo Yebra, José María Andújar, Pepe Martinez Portero, Paco Cosentino, Diego Martinez Cano, Juan Cano, José Antonio Santorromán, o los doctores Manuel Vida  y Joaquín Fernández son algunos de los nombres que pueblan ese ejército que tiene en el emprendimiento su mayor y mejor seña de identidad. Tipos todos- los citados y los centenares más que cultivan cada día esa filosofía compartida- que aplican en su relato profesional  dos principios irrenunciables: el filosófico de “Atrévete a saber” de Horacio y e




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