Es emocionante encontrar dentro de la política a personas que siguen manteniendo todavía la ilusión como bandera. Le quita a uno unas cuantas décadas de almanaque. Es el caso del representante de Iu en la institución provincial. El hombre, sano e ilusionado él, está convencido de que la colaboración entre las administraciones es obligatoria, posible e irrenunciable a la hora de solucionar los problemas. Que las alturas le conserven a don Juan Pablo la ilusión, la esperanza y la rebeldía suficiente como para hacer algún día realidad sus sueños. Reconozco que otros hemos tirado la toalla hace mucho tiempo. Entiende el señor diputado que la solución al edificio que fuera hospital provincial debe venir de la colaboración de las dos administraciones afectadas: Diputación y Junta.
En una sociedad que pusiera por encima los intereses ciudadanos a los partidistas la solución apuntada por el diputado sería la lógica. Así lo creíamos y defendíamos algunos hace años. Pero la puñetera realidad, señor Yakubiuk, fue apartando de nosotros la imagen idílica de una política que defendiera a los hombres y mujeres por encima de los territorios y los partidos. Si usted y su organización están por la labor de volver a hacer de la política el centro de los ciudadanos, tendría que hacer tal limpia en su propia coalición, que no sé si le dejarían. Inténtelo y veremos lo que dura en política. Con todo, es una esperanza que defienda que la política debe ser la colaboración de todos por una vida mejor para el representado. Espero que no se le caiga nunca la máscara y mantenga la ilusión y el sueño y la esperanza de que los políticos hacen la política para favorecer a los ciudadanos. Algunos perdimos cualquier esperanza. No vamos a negar que de vez en cuando aparece algún personaje, se sube a un escenario y con las mismas y viejas palabras de siempre (pero que parecen nuevas) hace crecer dentro de nosotros la semilla de algún cambio. Se ha producido, no creas, pero ha durado poco. O los dirigentes o los arriolas de turno han acabado con ese soplo. Fue solo como ese rayo de sol que se asomó por la ventana y desapareció a los pocos minutos. Así han ido desapareciendo todas las imágenes de políticos que intentaban abrir la política a los intereses del hombre de la calle. Que a usted no le pase, don Juan Pablo.
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