Los ‘alcazaberos’, esos almerienses que solemos acercarnos con cierta asiduidad a la Alcazaba, no terminamos de entender en qué anda el Ayuntamiento de Almería para no adecentar, en el más amplio sentido de la palabra, el entorno del primer monumento de nuestra ciudad.
Resulta tan incomprensible el estado de abandono al que somete a esta histórica zona de Almería que lo único que se me ocurre pensar es que o bien no les preocupa en absoluto la pésima imagen que se brinda - lo que sería lamentable-, o es que no frecuentan estas calles como debieran y desconocen lo que ocurre, lo que sería aún peor.
Bochornoso Si ya resulta bochornoso encontrarse basuras de todo tipo y escombros antes de alcanzar las murallas de Abderramán III, es desolador que el espacio dedicado a aparcamientos se encuentre en tan lamentables circunstancias, sin ningún tipo de mantenimiento ni cuidado, ofreciendo al turista accidental una suerte de porquerías cuyo valor sería incapaz de calcular. Todo lo que se ve a uno y otro lado, por delante y por detrás, indica el cariño que las autoridades municipales profesan al monumento: ninguno.
El Ayuntamiento, tan dado a bregar contra la Junta por los horarios de la Alcazaba - no le quito ese mérito - debería en todo caso preocuparse antes por lo que es de su absoluta competencia y destinar todo su esfuerzo a - como se dice ahora- poner en valor lo que es de todos los almerienses.
Actuación penosa La penosa actuación del Consistorio con la Alcazaba no le llega a la altura, pero casi, a lo que ocurre en el Cerro de San Cristóbal. El mirador, que sería la envidia de muchas ciudades, cuenta con un acceso mísero e incalificable, descuidado hasta decir basta, no puedo más. Una vez arriba, el espectáculo es deplorable, y no precisamente por las vistas. Compruébenlo. Están todos ustedes invitados a la excursión de los horrores: no desfallezcan en todo caso y exijan al alcalde que espabile.
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