El pasado miércoles se presentó en la Biblioteca Villaespesa el libro “España, ¿Un éxito efímero”, de Emilio Contreras. El texto que sigue a continuación recoge un resumen de la presentación realizada por el director de La Voz.
La vida está llena de casualidades. Esta semana se ha cumplido 206 años de la sesión de apertura de las cortes de Cádiz y 210 años del motín de Aranjuez que obligó a Godoy a recorrer el camino de un exilio en el que permanecería durante casi cuatro décadas, hasta su muerte. Dos efemérides y una misma fecha que recogen las dos orillas contrapuestas por la que ha transitado el río de la vida española en los últimos mil años.
De una parte la lucha permanente del oscurantismo dictatorial para mantener una visión de España llena de sombras involucionistas- ¡qué otra cosa si no fueron los reinados de Fernando VII!
De otra, la búsqueda, inasequible al desaliento pero condenada al fracaso, de los ilustrados por abrir las puertas a la modernidad, por iluminar la noche oscura que sojuzgó al país durante esos mil años- ¡qué otra cosa si no fueron las cortes de Cádiz!
Leyendo el libro de Emilio Contreras ha habido dos pasajes con los que me he encontrado en casi cada una de sus 240 páginas.
Esos pasajes conceptuales limitan al norte con el Evangelio de San Mateo, capítulo 19, versículos 23 y 24, en el que está escrito que es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos, y tienen su límite al sur con la aspiración falangista de que los españoles debían ser mitad monjes, mitad soldados.
La moral católica, que humanizó al ser humano, también acabó convirtiéndolo en un ser inculto, sumido en la convicción de que la generación de riqueza mediante el préstamo era pecado capital y fortaleció la aberración intelectual de que el enriquecimiento traspasaba los límites de la obscenidad si era consecuencia del trabajo realizado y no de la herencia recibida.
Ceguera intelectual Aunque el paroxismo de tanta incultura, de tanta cerrazón, de tanta ceguera intelectual, quizá haya que situarlo en la decisión de Felipe II con la prohibición a los españoles de cursar estudios en cualquier universidad europea. Durante cuatro siglos- escribe Emilio Contreras- España se mantuvo aislada de las nuevas corrientes de pensamiento y de estilo de vida, y esta actitud, concluye, condicionó la actividad política y económica de nuestro país. No es de extrañar, por tanto, que cinco siglos mas tarde de los Reyes Católicos, las concepciones de entonces continuaran vigentes.
Así se entiende que uno de los ideólogos del fascismo español resumiese, en su discurso parlamentario del 6 de noviembre de 1934, la dualidad que han marcado -y para mal- la historia de España desde el medievo hasta la Constitución de 1978.
“No hay- proclamaba el fundador de Falange- más que dos maneras serias de vivir. La manera religiosa y la manera militar. O si queréis una sola; porque no hay una religión que no sea una milicia, ni milicia que no esté caldeada por un sentimiento religioso, y es la hora ya de que con este sentimiento militar y religioso de la vida tiene que restaurarse España”.
La cruz y la espada La moral cristiana y la épica mística resumen con nitidez las dos líneas de pensamiento que han lastrado durante siglos nuestra incorporación a la modernidad. El libro de Emilio Contrer
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