Los alcaldes quieren saber más sobre Patrimonio de la Humanidad

Juan Torrijos
19:44 • 25 mar. 2014

T ras la experiencia que ha supuesto para otros territorios los parques, los lic y otras inventivas de los señores políticos a la hora de preservar espacios, es de lógica que los alcaldes de la Alpujarra quieran saber lo que va a suponer para sus municipios el nombramiento. En los papeles te lo ponen por las nubes, y con lluvia de cientos de millones de euros para el desarrollo de la región. Y la gente se cree que les ha tocado la bonoloto europea. De pronto desaparecen las nubes prometidas, dejan de llover los millones, no llegan los cientos prometidos y lo único que queda es un nombramiento que no deja mover una piedra, que los propietarios de los terrenos no puedan levantar un ladrillo, cortar una flor, podar un naranjo o cazar un conejo en sus propias tierras sin permiso del político de turno. ¡Oh, el político de turno!


Hasta ahora esta ha sido la experiencia que han vivido los alcaldes que tienen sus términos municipales dentro de una zona protegida por la Junta de Andalucía. Mucho beneficio les iba a llegar, no les llegó y lo único que han recibido son quejas de los vecinos ante una situación que para algunos raya la dictadura de la administración autonómica. Entre otras cuestiones de las que se quejan los alcaldes está el que no se les ha convocado, no se les ha pedido opinión y por lo tanto no saben lo que les va a llegar con lo del Patrimonio de la Humanidad. Suena bien, se dicen, pero, ¿qué hay en el fondo de ese cajón? Eso es lo que quieren conocer y de primara mano. La preocupación de los alcaldes se entiende, pero, ¿se les ha dicho a los vecinos, que no son conscientes de lo que ocurre, los cambios que va a suponer para su tierra el famoso nombramiento? 


No sé lo que creerán ustedes, pero a mí me habían contado que la democracia empieza por el ciudadano, que es su voto el importante, el necesario, que sin él nada se puede o se debe hacer. Pero vemos que no es así. Aquí el que vale es el voto de los políticos. Si ellos se ponen de acuerdo y votan en sus camarillas una decisión se la imponen al resto de los mortales y sin haberles consultado. Y el alcalde y el ciudadano de ese pequeño pueblo lo único que quiere y pide es que le dejen opinar sobre el futuro de su tierra. Esa donde lleva viviendo su familia cientos de años.







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