El presidente Adolfo Suárez ha sido una figura clave en la historia reciente de España. Su muerte ha propiciado estos días un ejercicio de memoria y reflexión acerca de lo que fuimos, de lo que somos y de lo que queremos llegar a ser como nación. El ejemplo de un hombre de Estado que luchó por la reconciliación nacional y por los ideales de paz y de concordia desde un profundo amor a España nos debe servir, ahora y siempre, para recordar que la democracia y la unidad deben defenderse y trabajarse a diario porque esa será la mejor manera de mantener la libertad y los derechos que hoy disfrutamos. Su intuición, su habilidad y su coraje para fraguar el país más libre y más justo en el que hoy vivimos resultaron decisivos a la hora de superar el lastre de la dictadura e incorporarnos al proyecto de construcción de la Unión Europea. Pero al margen de la deuda de gratitud que todos los españoles tenemos con la figura del primer presidente de la democracia, hay un aspecto que me gustaría destacar después de varios días de elogios unánimes y sinceras muestras de admiración: la innecesaria dilación con la que en demasiadas ocasiones se tramitan los reconocimientos y se tributan los homenajes.
Incomprensión Por alguna razón que todavía no alcanzo a comprender, en la mayoría de los casos el mérito se reconoce en España a título póstumo y no cuando la persona objeto del agradecimiento sigue entre nosotros.
Siempre he pensado que lo razonable es que esas muestras de consideración y respeto se ofrezcan en vida de quien es el protagonista de nuestro agradecimiento y no cuando ya no puede conocerlo y disfrutarlo. Y sin salir de este estado de ánimo colectivo que nos invita a reencontrarnos con nuestra mejor versión como país, me gusta recordar que el Ayuntamiento de Almería acordó unánimemente en el año 2004 dedicar una avenida, amplia y abierta en la zona de la Vega de Acá, al presidente Adolfo Suárez.
Y esa decisión plenaria se explica no sólo en el recuerdo de los almerienses al hombre que tantos días felices pasó en Cabo de Gata, sino también en el reconocimiento de la talla de un político que en todo momento trabajó para forjar consenso, superar divisiones y unir a los españoles en una gran causa común.
Ojalá esos valores estén siempre presentes en todos nosotros y que los recordemos de modo especial cuando circulemos o caminemos por esa avenida almeriense.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/57815/diez-anos-de-la-avenida-adolfo-suarez