Nace la LOMCE, una Ley más sin consenso y con una fuerte oposición desde su inicio. Como ya hemos comentado desde hace décadas, en el terreno educativo (donde los que menos importan, a los poderes públicos, son los auténticos protagonistas: profesores y alumnos) la demagogia y la confrontación, muchas veces incluso motivada por la propia inercia del falso debate ideológico, hacen inviable nuestro trabajo en el aula. Desde un punto de vista objetivo, a nadie se le escapa, por diferentes motivos, la necesidad de una Reforma en nuestro Sistema Educativo; sin embargo, cualquier Ley Orgánica, es decir, que afecta a derechos fundamentales de todos los ciudadanos, no puede elaborarse sin un pacto lo más amplio posible que libre, ¡ya de una vez! a la educación de los vaivenes políticos.
Entrando brevemente en la nueva Ley, sinceramente creo que ha faltado debate por parte de todas las fuerzas políticas y también respeto y precisamente educación. La inmensa mayoría de profesionales de la educación nos hubiéramos puesto fácilmente de acuerdo para elaborar una Ley duradera en el tiempo porque pensamos en todos y, fundamentalmente, en los alumnos. Hay CCAA que ya han expresado un fuerte rechazo y se dedican a dificultar todo lo que pueden la implantación de una Ley que, por otra parte, pensamos que es algo compleja para ser aplicada en tan poco espacio de tiempo y con un nivel de financiación claramente insuficiente. Vemos problemática también en la cuestión de la distribución de competencias entre Administración Central, CCCAA y Centros Educativos. No sabemos tampoco que va a ocurrir con la llamada Formación Profesional Básica ni qué Centros la van a impartir según cada Comunidad Autónoma decida. Por otra parte, en 4º de ESO no queda claro lo que va a suceder con los alumnos que no superen la prueba externa. Si nos fijamos en el curriculum de Primaria, parece que la presencia de las Enseñanzas Artísticas es casi testimonial. Leyendo la Ley, puede derivarse de ella la permeabilidad del Sistema al multiplicar las opciones posibles para continuar estudiando con la consiguiente reducción del fracaso escolar. ¡Veremos!. En el horizonte aparecen también temas relacionados con las elevadas ratios que no parecen que vayan precisamente a favor de la atención personalizada a nuestros chicos y chicas.
En cuanto a los contenidos y la evaluación en Secundaria, se producen importantes novedades que, a nuestro juicio, requerirían más tiempo para su maduración y éxito. En fin, son algunas de las preocupaciones que se derivan de la primera lectura de una Ley que seguiremos comentando conforme su estudio detenido nos sugiera nuevas reflexiones. Ojalá, por el bien de todos, que el significado de la LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa) se haga realidad.
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