Quienes conocimos la Aguadulce de antes de la crisis nos cuesta creer en esta desolación inmobiliaria que parece un castigo divino. Seguimos con la paz y el clima de siempre, con la bondad hospitalaria de la gente, pero las consecuencias de los recortes se notan por todas partes.
Ya no vemos grúas ni ruidosas hormigoneras en torno a los agrandes edificios. En otro tiempo, la codicia del dinero subía por los acantilados y se creaban urbanizaciones que parecían colgadas del cielo. Alguna vez ironicé sobre ellas diciendo que para el correo y la recogida de basuras se necesitarían helicópteros.¡Qué fuerte contraste la Aguadulce de hoy!
Algún empresario se empeñó en vaciar un monte con la desaprobación de los vecinos para levantar un grupo de viviendas de lujo. En el proyecto iba, según parece, un túnel por debajo de la carretera que aprovecharían los bañistas para ir a la playa. Llegó la burbuja y ¡zas! ahí quedó el monte vaciado para anuncios de venta de barcos y utensilios ópticos. La Avenida de Carlos III estaba pidiendo un aparcamiento subterráneo para meter los coches que ya no cabían en las calles. No he visto que entre un coche en ese sitio. A lo mejor exagero, yo no estoy de guardia noche y día. Lo cierto es que enfrente se van cerrando tiendas y en las farolas abundan los letreros de vendo piso amueblado y sin amueblar. De los inmigrantes que antes buscaban los invernaderos para ganarse un sueldo mejor no hablar.
No siempre la crisis es sinónimo de pobreza. Los que ganaron mucho dinero con la construcción pueden vivir como si nada sucediera, lo único que ocurre es que sobran viviendas por todas partes.
¿Y qué me dicen del Puerto de yates? Ahí están la mayoría de ellos con el cartel de vende. Casi toda la infraestructura de bares, cafeterías, heladerías, pizzerías que rodea el puerto está hoy un poco al “relenti”. Vendrán nuevos tiempos, y vendrá la recuperación que anuncian. No me cabe duda.
Esta gente es tan buena y trabajadora que no se asusta por nada. Pero mientras tanto, bueno sería que meditáramos en tanto Algarrobico atravesado como hay quedado por ahí.
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