No vamos a misa, nos importa un pimiento lo que diga el señor cura y sus primos en las alturas, la semana santa nos la tomamos como una fiesta de primavera para salir a la calle a disfrutar de nuestros bares y tapas, nos encanta la procesión de los “borrachos” o turbas de Cuenca y los huevos duros de Murcia. Pero cuando llega el martes santo en Almería un silencio parece rodear las calles y plazas del centro de la ciudad. Y ese silencio levanta pasiones, sentimientos, emociones en miles de hombres y mujeres que ven pasar a los niños descalzos del perdón. Por unas horas Almería parece mirar, ver y vivir con otros ojos la gran y más hermosa historia de amor contada a las generaciones. La de alguien que vivió y murió por nosotros. ¿Será verdad? Unos dicen que sí, otros dudan y otros están convencidos de que no deja de ser una leyenda. Cada uno es libre de creer lo que quiera. Pero si el martes santo, hoy, se da una vuelta por las calles del centro de Almería a partir de las diez de la noche y hasta la llegada de la media noche, vivirá la sensación de que algo mueve los corazones de esos miles de hombres y mujeres que desde las aceras, y en silencio, ven pasar a los misteriosos niños del perdón. No se le llenará el corazón de desbordante alegría, como puede o suele ocurrir con otros desfiles procesionales, no, será la emoción la que ronde el latido de ese músculo. Ante el absoluto mutismo, ante el recogimiento, ante los tambores y las teas ardiendo que portan los niños del perdón, los almerienses, creyentes o ateos, responden con ese mismo mutismo, con ese recogimiento que parece decirte que algo más tiene que haber, que no puede ser sólo silencio lo que nos espera en el más allá. Eso es lo consiguen los niños del perdón a su paso por las calles de Almería, y es lo más grande y hermoso que con su ejemplo nos ofrecen. ¡Dios, estos niños nos hacen pensar! Lo que no consiguen otros. Aunque solo sea durante unas horas, y hasta con una copa en la mano, hacen más con su silencio y entrega por la historia de la cristiandad que el resto de la iglesia con sus homilías.
A la calle almerienses, que los niños del perdón salen esta noche y van a llenar la ciudad de silencios, hachones, pies descalzos, tambores y emociones. A la calle almerienses, a la calle, que es el martes del perdón.
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