Como mi aproximación al marxismo está más cerca de la “G” de Groucho que de la “C” de Carlos, siempre he tenido muy presente la famosa frase del gran filósofo –el del bigote pintado- acerca de las inconveniencias de exhibir con donaire la propia idiotez: “Es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente.”
En el caso de algunos políticos, la inminencia de las Elecciones Europeas les está obligando a abrir la boca con resultados que serían acogidos con verdadero entusiasmo en todas las panaderías. Y así, después de las sensacionales reflexiones de la candidata-estadista Elena Valenciano acerca de los deseos del PSOE de trasladar el modelo andaluz al resto de Europa, el ex ministro de Fomento y también candidato socialista al Parlamento Europeo, José Blanco, ha salido del balsámico silencio al que nos tenía acostumbrados para participar en la campaña y aconsejar a Mariano Rajoy que si quiere desactivar la ofensiva nacionalista en Cataluña debería tomar como ejemplo la labor del presidente Zapatero. Hubiera sido mejor seguir callado, Pepiño. Y es que poner a Zapatero como ejemplo de actuación para la cohesión nacional resulta tan lisérgico como proponer a los aclamados botellonistas de “La Voz Kids” para ocupar los próximos tres sillones libres en la Real Academia de la Lengua. Forzosamente habrá que recordar que fue Zapatero el que calificó a España de concepto “discutido y discutible” y quien, entre otras ocurrencias, prometió aprobar cualquier tipo de Estatuto que le enviasen desde Cataluña. Que tamaño perillán sea tomado como ejemplo retrata con precisión al menguado capaz de proponernos que sigamos sus pasos. Con semejante equipo en contra… ¿todavía hay quien pone en duda la estrategia de Rajoy de retrasar al máximo el nombramiento de sus candidatos?
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