Llevamos la sociabilidad y la socialización como la yenka, tres pasos, que no de Misterio, hacia atrás, y uno hacia adelante. Es difícil así aunar esfuerzos y sinergias públicas en aras a satisfacer los intereses generales y sociales de la sociedad civil.
Detrás de la inmensa mayoría de las decisiones institucionales hay un sentir personalista fruto de la beligerancia dialéctica, que nada tienen que ver con otras cuestiones de carácter técnico o del interés de los ciudadanos.
Llegamos un año más a la celebración de la Noche en Blanco por el Ayuntamiento de Almería, que tan excelente resultado, desde su implementación, ha dado a la ciudadanía a través, no sólo, del casco histórico de la ciudad, sino incluso en toda su perimétrica urbanística capitalina en sus aspectos socio-económicos.
Una Noche en Blanco como la almeriense, sin la apertura de los edificios más emblemáticos de la ciudad como son sin duda la Alcazaba, la Catedral, la Subdelegación de Defensa, y otros que se encuentran en el llamado casco antiguo de la ciudad, construidos siglos atrás, incluso la propia casa de José Ángel Valente, hoy referente cultural, sería un menoscabo y una aminoración al interés municipal de ampliar con creces la presencia de mayor número de ciudadanos/as, no solo residentes, sino cuántos nos venga a visitar con este motivo cultural en horas no habituales, que dan a los señeros entornos y a los vetustos edificios un halo especial de duende y embrujo.
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