Descubriendo la “Mirada Crustácea”

Jose Fernández
20:42 • 03 may. 2014

En el cuadro de la delincuencia contemporánea, la mirada del que vulnera la ley es un elemento compositivo muy valioso a la hora de trazar las líneas maestras de la oleada de mangancia que nos asola. Y entre todas estas miradas, propongo una breve reflexión sobre la que vengo a definir como la “Mirada Crustácea”. Es decir, la carita que se le pone a un payo cuando va a jalarse una mariscada por la cara. La otra mañana LA VOZ DE ALMERIA nos ofrecía unas sensacionales imágenes del ex alcalde de El Ejido, Juan Enciso, en compañía de algunos selectos miembros de su peña, salivando ante una fuente de dos pisos de mariscos en la que cabían dos o tres cláusulas del acuerdo pesquero hispano-marroquí. La misma mirada que pudimos ver en su día en las famosas imágenes de las mariscadas superlativas que se metían de gañote unos perlas de la UGT. Hay quien se retrata ante el gótico y otros prefieren inmortalizarse ante una ostra. Cuestión de preferencias. Pero todos se retratan. Y de qué modo: todos con medias sonrisas cómplices ante la pesquería allí dispuesta y el orgullo idiota de querer inmortalizarse, satisfechísimos, ante la exhibición de su miseria narrativa. Pobre gente. Paralizados ante la húmeda promesa del molusco y la fría ferocidad de las pinzas del crustáceo. Quizás su máxima aproximación al conocimiento del medio. Platón concebía la mirada como un fluido que daba forma a los objetos, o como tentáculos que al proyectarse se apropian del mundo que los rodea. Y qué mejor metáfora sobre los tentáculos y la apropiación que ver a los nuevos golfos atiborrándose de motivos para su descrédito generalizado. Es la imagen del ansia y la gula que se ha apoderado de una parte de nuestra sociedad, sin distinción de partidos o colectivos, que ha perdido el norte de la decencia y la ética sin que aparentemente haya remedio que pueda amansar los ardores que nos provocan las digestiones de todos estos miserables. 







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