Si alguien se imaginaba que el Gobierno de Rajoy nos iba a dar alguna buena noticia en los próximos meses con las obras del AVE, se lo pude ir quitando de la cabeza. El Consejo de Administración de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) ha decidido, tal y como ha publicado La Voz de Almería, recortar en 1500 millones de euros al plan inicial previsto para la Alta Velocidad de Almería, situando a las claras las verdaderas intenciones que el Ejecutivo central tiene para nuestra provincia.
La ‘cosa’ se ha puesto tan fea que hasta los empresarios, siempre prudentes con este tipo de noticias, anuncian que si no existe un plazo, una fecha, para saber cuándo se continuarán las obras –actualmente paradas- y la planificación que tiene prevista el Gobierno para esta infraestructura, saldrán a la calle. Se subraya desde Asempal que los trabajos se tienen que hacer con criterios económicos y no políticos “como parece que está ocurriendo”, apunta su presidente. La conclusión no puede ser más descorazonadora: se están primando los proyectos en otros territorios donde el Partido Popular tiene, supuestamente, más que ganar desde el punto de vista electoral.
El tapiado de los túneles y toda esta película que hemos vivido en las últimas semanas a modo de serial ya tiene un capítulo final que se resuelve con un plano general de Almería convertida en isla, donde los almerienses cambiarán su gentilicio por el de ‘los robinsones del sur’.
Este es el papel estelar que nos ha reservado el PP a los almerienses: un férreo aislamiento, por tierra mar y aire, frente al futuro, la modernidad, que llegará – de hecho, ya está llegando- a otras provincias.
Si finalmente Almería quiere aparecer en los mapas, no nos va a quedar otra que sacudirnos la resignación de una vez por todas y mostrar ese carácter tan nuestro que guardamos para las grandes ocasiones. Esta, sin duda, la merece.
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