El debatito

 Jamás vi, y conste que me paseo constantemente por casi toda España, un mayor índice de desinterés ante unas elecciones. Ni siquiera en anteriores confrontaciones europeas. Y eso que lo que ocurra el 25 de mayo tendrá una influencia decisiva en la construcción de la vieja/nueva Europa. Pues nada: a ver si el debate de este jueves, el primero y seguramente el último ‘cara a cara’ televisado entre Miguel Arias y Elena Valenciano, anima un poco al personal. Va a ser, mucho me temo, que no... El personal, es decir, los ciudadanos, entre los que usted y yo nos incluimos, anda poco proclive a animarse. Nos están matando de aburrimiento a base de repetir siempre lo mismo, de no sacar ideas de la chistera y de ni siquiera tener chistera de donde sacar ni el tradicional conejo. Ya no hay magos en nuestra política. Solamente unos señores con toda la barba, que se quieren parecer a Joaquín Costa, y unas señoras que se pretenden mucho más modernas de lo que en realidad son. Bueno, y algunos tertulianos más bien gritones que encabezan algunas listas electorales menores. Alguna encuesta decía que solamente un 17 por ciento de los preguntados sabía con exactitud la fecha en la que se van a celebrar estas elecciones europeas: será dentro de diez días, anótelo. Algún otro sondeo, más escondido que proclamado, indica que una parte considerable del electorado, quizá hasta un 25 por ciento, ni siquiera sabía que hubiese unas elecciones convocadas. Se desconocen los programas -yo tampoco los conozco muy bien, lo confieso, y encima me dedico a esto- y hasta los líderes de cada candidatura son escasamente conocidos por la ciudadanía. ¿Por qué iban a serlo?    Conste que los medios hacemos lo que podemos: intentamos sacar petróleo de las pétreas declaraciones, vender novedades que son más de lo mismo. No quieran matar al mensajero, que en este caso solamente actúa de altavoz. Gane quien gane, va a perder. Los ‘contendientes’ en la justa televisiva de este jueves-noche lo saben, pero ya casi no les importan los veredictos de los sondeos: les basta con sacar un escaño más que su inmediato adversario. Ese es el objetivo, así que no espere usted que intenten convencerle, porque ni siquiera lo intentan. Usted, amigo mío, hombre de la calle, hace tiempo que no existe para ellos.