Machismo y/o feminismo. Un debate digno de la pintoresca campaña a las europeas que queremos montar en España. Y no, no me esperen en el capítulo de exculpaciones o justificaciones de la famosa frase del candidato Cañete. Una cosa es la cortesía y otra la condescendencia. Ahora bien, si queremos seguir siendo justos no podemos olvidar que en España las cosas que se dicen se miden con baremos distintos en función de quien las diga. Por ejemplo, y ya que estamos hablando de mujeres y hombres, si un candidato del Partido Popular hubiera sido captado por unas cámaras refiriéndose a una delegada de la Junta de Andalucía como “la de las tetas gordas”, es muy probable que ese pobre hombre estuviese ahora sumido en el desmerecimiento y señalado de por vida como machista infame. Pero ya digo que esto es España y aquí, las mismas voces que callaron, ignoraron o fingieron no escuchar aquello que dijo un alto cargo de Izquierda Unida, son las mismas que ahora ponen el grito en el cielo. Nada nuevo bajo el sol. Recuerdo este reciente ejemplo para situar bien la trascendencia real del giro que se le pretende dar a esta campaña (ojo, que estamos decidiendo la composición del Parlamento Europeo) y que puede acabar pareciéndose a esas peleíllas musicales de bromas y veras entre Juanito Valderrama y Dolores Abril. Y en ese plan. Por cierto, tampoco olvidemos que la presunta defensora de la dignidad de la mujer, la candidata socialista Elena Valenciano, entre otras muchas majaderías, ha dicho que no dudaría en desnudarse para pedir el voto. Un sensacional gesto en defensa de la dignidad femenina que tampoco ha merecido consideración alguna por parte de todos estos defensores –a tiempo parcial- de la ortodoxia políticamente correcta. Y es que no es el qué; es el quién.
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