Los barrios de Almería se mueven en las campañas electorales

Juan Torrijos
01:00 • 26 may. 2014

Desde Pescadería-La Chanca, pasando por El Puche, Retamar norte, Toyo-retamar, Costacabana, Los Ángeles, sin faltar Alquián, Molinos o la Cañada. Alguno se queda entre las teclas del ordenador. Cuando no es por fas es por nefas, pero los barrios de la capital están en pie de guerra, unos contra el Pp (los controlados por el Psoe), otros contra el Psoe (los controlados por el Pp). Menudo panorama. No deja de ser lamentable que los políticos sólo muevan sus peones cuando llegan las elecciones. ¡Chicos, que hay que salir a la calle, que estamos en campaña! En cuanto han pasado las europeas vuelta a la tranquilidad, al sosiego vecinal. Nadie parece acordarse ya del instituto, de los barracones, de las playas que se acaban, de los malos olores, los parques sucios o la falta de trabajo. ¿Y de los mosquitos? Hombre, puede que de estos si se acuerden algunos vecinos en noche de vela veraniega por culpa de sus picaduras. Pero tampoco como para hacer manifestaciones, ya lo verán. Tras el verano, con la llegada del otoño, habrá que volver a ponerlos en movimiento ¡arriba vecinos!, ya que las municipales estarán a la vuelta de la esquina. Pero no se me asusten, queridos vecinos, no va a ser para tanto, los políticos cada vez mueven menos al personal. Las movilizaciones no pasan del centenar, el día que salgamos a la calle en contra de ellos seguro que seremos miles. 


Pero con todo, los barrios volverán a las andadas llamados por sus señoritos, los políticos. El problema es que los vecinos se van conociendo y saben el que respira por los aromas del Psoe, del Pp o de Iu, y cada vez les hacen menos caso. Y es que lo de decir “que viene el lobo” sólo en tiempos de elecciones cada vez convence menos al personal. Durante los quince días de campaña Almería y sus barrios son un desastre, los ciudadanos van a perder todos los derechos y el mundo se nos va a caer encima, como los palos del sombrajo. Se acaban las elecciones, ya les hemos votado, recogen las banderas, se acaban los discursos, las fotos y los paseos, mandan a los vecinos a sus casas ¡hasta las próximas, queridos!, los políticos consiguen sus sueldos y parece que de nuevo volvemos a vivir en una arcadia feliz. Cada uno en su casa y los nuevos dioses en la de todos. Y nada de salir a la calle hasta que ellos o los sindicatos no nos vuelvan a reclamar.







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