Escenarios de violencia

La violencia contra las mujeres no conoce estratos socioeconómicos e ignora entornos y ubicaciones geográficas

José Luis Masegosa
23:33 • 01 jun. 2014

Almería despertó el pasado sábado con la tragedia en la calle. Una vez más la violencia de género ha ocupado los luctuosos titulares por un fenómeno criminal que se resiste a desaparecer de nuestra sociedad. Una mujer rumana, María Muresanu, de 32 años, madre de dos hijos de ocho y diez años de edad, perdió la vida a consecuencia de las cuchilladas  presuntamente por su compañero, quien horas más tarde fue detenido en Valencia en el transcurso de una brillante y eficiente operación policial. Hasta que el hermano del presunto asesino no avisó a la Policía del suceso, horas más tarde, nadie debía saber nada de la existencia de ésta y otras familias que malvivían en cuatro y frágiles chabolas del barrio del Quemadero, junto a la autovía A-7. Nada ni nadie debía conocer que a escasa distancia de sus viviendas, junto a una vía que registra un importante tránsito rodado y por lo tanto humano la vida se escribe con letras de miseria, de hambre y de marginación. 


La violencia contra las mujeres no conoce de estratos socioeconómicos, de clases sociales e ignora entornos y ubicaciones geográficas. La violencia de género no repara en segmentos poblacionales ni en sectores profesionales. La violencia de género es una lacra de nuestro tiempo que encuentra su diana allá donde hay un ser humano. La violencia que se ejerce contra las mujeres no sabe de escenarios, puede surgir en cualquier lugar. Sin embargo la sociedad, las clases dirigentes y los poderes públicos sí deberían conocer la existencia del asentamiento chabolista del Quemadero, escenario del femicidio, y de otros muchos poblados del hambre que proliferan en nuestra geografía urbana y provincial poniendo en evidencia el fracaso de las administraciones para acabar con la marginación y la exclusión social. La violencia no sabe de escenarios, pero la pobreza y la miseria, con la crisis de fondo, pueden alimentar los dramas y las tragedias.







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