Ponerle cara a los euros

Vuelvo a decir que el problema no es tanto el modelo de estado como el nivel de algunos republicanos españoles

Jose Fernández
22:54 • 10 jun. 2014

Una de las circunstancias más singulares del pretendido debate sobre el modelo de Estado en España es ver que la principal razón que mantienen sus promotores es que hay una gran parte de jóvenes que no pudieron pronunciarse sobre la Constitución vigente desde 1978. “Somos ciudadanos y tenemos derecho a elegir qué queremos”, dicen. Pero tal como uno lo ve, ese hecho, cronológicamente cierto, habría de generar forzosamente la aplicación de esta misma medida dentro de un tiempo, pues los jóvenes que ahora se sumarían a una eventual consulta tendrán hijos, nietos y bisnietos que no habrían podido ser partícipes de la decisión que saliera ahora refrendada por esa iniciativa. Y no parece serio, ni es práctico, ni es práctica común entre las naciones de nuestro entorno ir planteando este tipo de cuestiones cada pocos años o cada generación. Y luego está –eso es ya para nota- la negación de la legitimidad de la Constitución de 1978 por no ser votada por unos jóvenes que en buena medida reconocen la legitimidad y vigencia de una constitución y una bandera -las republicanas de 1931- que lejos de ser suyas, fueron las de sus bisabuelos. Un paréntesis en la memoria histórica lo tiene cualquiera. Por eso vuelvo a decir que el problema no es tanto el modelo de estado como el nivel de algunos republicanos españoles, empeñados en cargar de ideología y sectarismo el concepto de República que se ha venido aplicando en el mundo desde tiempos de Platón. Hay monarquías detestables y teocráticas impregnadas de petrodólares y repúblicas serias, como la francesa, en donde si algún cargo público se cisca en la bandera nacional se le cae el pelo. Hay repúblicas en las que los presidentes llegan al cargo con la metralleta en la mano y no la sueltan hasta que, más muertos que vivos, delegan en un hermano, ante el aplauso embobado de los que piden abrir debates sobre el modelo de Estado en España. La cosa es más compleja que ponerle cara a los euros. 







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