Qué hacer con la diferencia

Hoy la entrañable voz de Di Bari nos devuelve nostálgicamente a los años setenta

Fina Martín Salinas
22:36 • 17 jun. 2014

Entre las diferentes opciones personales y las coincidencias con los otros, nos movemos todos. En la Iglesia de San Antonio de Padua, en Almería, en el barrio de Ciudad Jardín,  se encuentra la imagen de San Nicolás de Bari, que fue un obispo sumamente popular en toda Europa y una persona buena.  Sus restos se encuentran en la ciudad italiana de Bari, de ahí su apellido. También de la ciudad de Bari tomó su apellido artístico el cantante Nicola Di Bari, ganador del Festival de San Remo, en 1971, con la canción “El corazón es un gitano”.  Se hizo famoso de pequeño pregonando helados. Su voz, tan hermosa,  atraía a la gente, que se paraba solo para escucharlo. Un mismo lugar, Bari, dos vidas completamente distintas. Un santo y un cantante. Hoy la entrañable voz de Di Bari nos devuelve nostálgicamente a  los años setenta, por más que la nostalgia sea una emoción inútil. En la provincia de Almería hay infinidad de talentos diferentes en el arte,  que cuando confluyen, nos regalan brillantes hallazgos.  Pero los dones no pueden permanecer en la oscuridad. A muchos nos gustaría volver a escuchar juntos a José Grano de Oro y a José Pérez, los vocalistas integrantes del grupo Los Puntos junto a sus admirables músicos, después de tan largo distanciamiento. Sin embargo, las distancias son así. Gabriel García Márquez (Nobel de Literatura, 1982) recomendó “no pasar el tiempo con alguien que no está dispuesto a pasarlo contigo”. Las relaciones esclavizan, “y si la libertad nos gusta, para qué vamos a vivir de esclavos”, decía Facundo Cabral, autor de la canción No soy de aquí ni soy de allá. No obstante, gracias a los encuentros de la vida recorremos muchos más caminos. La ciudad de Arlés, al sur de Francia, conoció la amistad de los artistas Vicent Van Gogh y Paul Gauguin. Los dos frecuentaban y pintaron a su imagen el carismático “Café terraza Arlés”, donde se refugiaban de noche los borrachos y prostitutas de la calle. Un local que en la noche les proporcionaba sabiduría e inspiración para su arte. Los bares. Los verdaderos templos de los desdichados donde se accede al conocimiento, a las ideas, a las diferencias. Todos somos contradictorios y, veces, intransigentes; esta condición nos aleja de los otros, con los que podríamos construir novedosas confluencias. Por ello, las divergencias deberían ser como los ajos, que no pudiesen valer de un año para otro. Freddie Mercury y Michael Jackson también tuvieron las suyas. En 1985, después de un encuentro fortuito, nació la canción titulada “Debe de haber algo más que esto en la vida”, compuesta por Mercury e interpretada por ambos (There must be more to life than this). Pero para no ser menos, las diferencias alejaron lo que podía haber sido una buena amistad entre dos reyes del pop mundial. Y es que todos podemos ser iguales en un momento dado y, sin embargo, finalmente, siempre prevalece lo que nos hace distintos y, por eso, tristemente distantes.







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