A las personas se las conoce no por lo que dicen que van a hacer, sino por lo que finalmente hacen. En su discurso de investidura, tras haber sido designada heredera única a la presidencia de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, prometió que iba a gobernar para todos los andaluces y que iba a escucharlos y tenerlos cerca. Y no sólo eso. Nuestra presidenta llegó a revelar que su proximidad afectiva con algunos andaluces tocaba ya el aspecto íntimo, porque incluso desveló que ella llevaba a Almería en el corazón. Pero claro, una cosa es lo que lees en los discursos que te escriben y otra muy distinta lo que verdaderamente piensas. Y de ello hemos tenido buena prueba los andaluces a través de dos fotos recientes. La última es el divertido “selfie” o autorretrato que la presidenta de la Junta se tomó en el acto de proclamación del Rey Felipe VI en el Congreso de los Diputados junto a otros presidentes autonómicos. Momentos para la distensión y el buen ánimo en una jornada histórica, voluntariamente difundidos por los inmortalizados en la imagen. La otra foto, la que verdaderamente importa, es la que doña Susana no quiso hacerse. Les hablo de la foto de la reunión de alcaldes de capitales andaluzas presidida por una silla vacía: la que rehusó ocupar la señora presidenta de la Junta de Andalucía. Para el álbum personal sí hay tiempo y ganas. Para el boato Real sí hay foto. Para resolver los problemas reales de los andaluces no. Por si no lo sabe nuestra fotogénica presidenta, la Andalucía real reside también en las grandes capitales andaluzas y de ahí la necesidad de que se establezca un diálogo directo, fluido y franco entre los ayuntamientos y la Junta para desbloquear asuntos, crear riquezas y empleo. Y quiero destacar que ha tenido que ser el Partido Popular Andaluz, con Juanma Moreno al frente, el que ha dado el paso de convocar una cumbre de alcaldes en Antequera para abordar, al margen de las posturas políticas, los problemas, necesidades y carencias de las principales localidades andaluzas, que es donde se concentra mayor nivel de población. Pero como decía antes, a las personas se las conoce no ya por lo que prometen o dicen que van a hacer, sino por lo que finalmente hacen. Y lo que hizo la presidenta de la Junta fue dejar vacía su silla en ese encuentro. Silencio y ausencia son dos actitudes que no terminan de explicarse bien en el discurso buenista y cercano de la presidenta que tiene tiempo para hacerse fotos de broma y no para mirar a los ojos de los problemas reales de la gente. Pero con esta actitud, Díaz no hace un desprecio al presidente del PP o a los ocho alcaldes, sino que desprecia a más de un millón y medio de andaluces que han votado a los alcaldes del PP. Ese es el nivel de nuestra presidenta.
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