No por sabida deja de impresionarnos la dimisión de Rubalcaba. Se va de la política para siempre y se va a su trabajo antiguo, la universidad. Cuando las urnas no son propicias, lo más correcto es la retirada por el foro. Es lo inteligente de cara a poner fin a la llamada desafección ciudadana. Todos los políticos debieran hacer lo mismo en vez de buscarse alianzas familiares en el Tribunal de Cuentas y en otros altos chiringuitos bien remunerados.
Esperemos que el socialista no termine también como asesor de Telefónica o en el Consejo de Administración de alguna empresa gasística. Lo que sí debe hacer es escribir sus memorias. Hombre de tanto poder en el centro neurálgico de muchísimos asuntos nacionales y extranjeros, hombre en fin enormemente satanizado por los adversarios, debe disponer de información valiosa para entender mejor la vida española. Los periodistas independientes la hemos tomado más de una vez contra los políticos/ basura que están ahí porque quizá no tienen dónde rebañar un sueldecillo decente. Justo es también que nos congratulemos con figuras sobresalientes a las cuales tanto debe este país. En la sesión parlamentaria de ayer oímos un aplauso cerrado no solo de la banca socialista sino también de los conservadores. Rubalcaba acababa de hacer un canto a la vida del diputado como la más noble, la más alta, la que más felicidad produce, no hay nada como contribuir a la discusión de las leyes que rigen la vida en común. “ Espero que me recordéis por lo menos tanto como yo os voy a echar de menos”, dijo el dimisionario. Sin embargo, tampoco podemos olvidar lo que fue este ministro con Zapatero y después de Zapatero. Ser inteligente era para sus adversarios como la encarnación visible del Maligno. Para ellos, Rubalcaba estaba en todo, tanto cuando los obispos se manifestaban en contra de la ley de educación como cuando hablaban de algún supuesto pacto con ETA. Rubalcaba aparecía como un diablillo laico y calvo que todo lo trajinaba detrás de las bambalinas. Más de una vez me recordó a Manuel Azaña. Solo le faltó decir aquello de “ España ha dejado de ser católica”. Bien, llegó la hora del descanso no solo para él sino también para sus enemigos. Últimamente Rubalcaba ha dado ejemplo de no ser sectario. Ha contribuido a la proclamación del Rey Felipe VI cuando ya por las esquinas oíamos gritos de referendum.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/63313/rubalcaba-se-marcha