El recuento de votos ateniéndose a la Ley D,Hontd facilita el bipartidismo de dos fuerzas moderadas. Así se ha gobernado este país desde que fue aprobada la Constitución del 78. Los estudiosos suelen decir que se hizo de este modo para alejarnos del enfrentamiento de la Guerra Civil. Pero he aquí que en política nada es eterno y el bipartidismo comienza a estar también en crisis. En las últimas elecciones el PP ha perdido dos millones y medio de votos y el PSOE muchos más. Para saber algo de los socialistas lo mejor sería escuchar lo que piensa la derecha. Entretenido en la recuperación económica y en ganar las próximas elecciones, el centro derecha comienza a temer la pluralidad minoritaria de izquierdas. Basta ver cómo se le zurra desde todos los púlpitos a Podemos y a otros grupúsculos adyacentes. Noten que no hay programa o tertulia televisiva, afín a la derecha, que no comience con esta pregunta inquietante: “ ¿Cree usted que el partido socialista está derivando hacia la ultraizquierda?” Luego se publican los tantos por ciento de síes y de noes y se hace una entrevista rápida de estas de atraco por la calle a la gente que pasa en donde la opinión ciudadana viene a coincidir con lo que defiende la emisora. En muy poco tiempo, Rubalcaba ha pasado de ser un Fouché tenebrosos y maléfico, a una réplica de Teresa de Calcuta. ¡Cómo lo necesitan para seguir en el machito del poder! Pero vamos a ver, si el PSOE está en descomposición como ellos dicen, ¿qué mal hay que reorganice sus cuadros y consulte a los militante mediante unas primarias? ¿Por qué gente que no hecho en sus vida más que postrarse rendida ante el dedo, como si fuera un tótem critica ahora este método democrático? Luego están los candidatos. Parece que cae mejor Pedro Sánchez, que es más guapo, que Eduardo Madina, un pelín desgarbado. Aunque en términos ideológicos ninguno gusta en realidad a la derecha, el uno por haber dicho que quiere revisar el Concordato, y el otro por confesar que es republicano y que no mira con malos ojos a Cataluña. Yo creo que si el Rey abdica porque necesita inyectar nueva vida a la Monarquía, tampoco vendría que pasaran por el taller algunos políticos de la restauración franquista.
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